Estimados
hermanos en Cristo. Hemos acudido en esta tarde a conocer y
experimentar la plenitud del misterio de Cristo que ha sido unido a
la Virgen María.
Al
gozo de Cristo, los cristianos en este año unimos un motivo de
particular alegría; la Virgen María, la Madre del Redentor,
patrona no sólo de la ciudad de Getafe y de su partido judicial
desde 1955, en este año ha sido proclamada por el santo padre, el
papa Juan Pablo II patrona de la Diócesis de Getafe, que fue
constituída en 1991 y que abarca todas las poblaciones del sur de
la Provincia de Madrid. El rescrito del al Congrrgación del culto
divino, con fecha del 24 de febrero de 1998 , nos presenta el título
bajo el cual ha de ser invocada la Beata Virgen María:
"Nuestra Señora de los Angeles" Patronam apud Deum
Dioecesis Xetafensis (patrona ante Dios de la Diócesis de Getafe).
Remiténdono
a la leyenda se nos dice que la imagen de María en estas tierras
fue peregrina a Parla y a la ciudad de Getafe, pero volvía
inexplicablemente, de nuevo, a lo alto del Cerro. Es esta imagen
"secuestrada" milagrosamente la que pone en la correcta
dirección nuestros ojos y nuestro espíritu; no invita a hacer
llegar la mirada a lo alto junto a los ángeles, recordamos hoy. La
Virgen de los Angeles ejerce su patronazgo ante Dios, (apud Deum)
nos dice el documento romano, allí donde Cristo reina, allí donde
la imagen y los velos desaparecen, donde está en la gloria del
Padre, allí donde la fe y la esperanza desaparecen, allí donde
solo queda el Amor o la comunicación gozosa de la Trinidad.
Un
hecho ejemplar puede corrobarar este "secuestro" a la que
la imagen es sometida. Los signos son como una flecha que apunta a
otro lugar y nuestra mirada ha de ser dirigida hacia aquel otro término
que lo signos indican o la imagen representa. Allá por el año 1793
a través del oidor del Arzobispo de Toledo, se indicó a los
mayordomos, que se abstuvieran de colocar la imagen debajo de una
especie de tienda de campaña, por estar reñido con la seriedad del
culto litúrgico. Se indicaban fuese colocada en un dosel.
Para
explicar este hecho quisiera recurrir a los Hechos de los Apóstoles
(7, 49-53) el primer martir, Esteban, dice a sus ejecutores que la
Tienda del Encuentro ya no es necesaria, nigún templo o lugar puede
ser llenado con la gloria de Dios, tampoco es necesario que el
hombre haga sacrificios indignos ni haga de la salvación un
negocio; sólo es necesaria la visión de Cristo, en la gloria del
Padre, este es motivo pleno de alegría y de fiesta.
La
Escritura dice, -el cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis
pies; ... vosotros hombres testaduros ... os habéis resistido al
Espíritu Santo ... Al oir esto -dice-, se recomían de rabia en su
corazón y rechinaban los dientes contra él. Pero Esteban, lleno
del Espíritu Santo, mirando fijamente al cielo, vio la gloria de
Dios y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y exclamó: Veo los
cielos abiertos, y al Hijo del Hombre de pie a la derecha de Dios.
El
culto a la Virgen María está unido a la imagen que venera la
Iglesia de Getafe, bajo la advocación de la Virgen de la Ángeles.
Según las crónicas escritas hacia el año 1610, fue mandada
esculpir por el párroco de la Magdalena, actual catedral de la dióceis,
D.Eugenio Ximénez. Sin embargo la venerable tradición popular nos
reafirma que fue hallada en lo alto del Cerro por unos pastores, al
modo de aquellas imágenes que no fueron hechas por mano humana.
Esta imagen de la tierra, en su dosel, es estrado de los pies de la
gloria de Dios; nos invita a transcender nuestra mirada, a mirar a
lo alto, "el trono de Dios".
La
Declaración del concilio oriental de Nicea II, en el año 787, dice
"Cuanto más se mire a las imágenes, aquellos que las
contemplen se verán impulsados, cada vez más, a recordar los
modelos originales, a dirigirse hacia ellos, y a venerarlos con
respeto". Hoy también, para el pueblo cristiano que contempla
a la Virgen María en su escabel o templete sabe, cuando la mira,
que es la hermosa Virgen del Cerro o de lo alto, la Virgen de los Ángeles,
el modelo del origen, la que está junto a su Hijo, el icono de la
gloria de Dios.
La
devoción de estas gentes, del sur en la provicia de Madrid, que
miran a la Virgen María con devoción están invitadas
constantemente a elevar sus pensamientos y sus sentimientos al Hijo
de las entrañas de la Virgen María. "Hermanos, el Señor
"ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál
es la esperanza a la que os llama, cuál es la riqueza de gloria que
da en herencia a los santos" (Ef . 1,18),
Sin
embargo ¿qué significa ver la gloria de Dios? ¿qué tenemos que
hacer?. La Virgen María se pregunta ¿Cómo sera esto?; María
Magdalena andaba inquieta pues no sabía dónde habían puesto a su
Señor. Los Apóstoles soñaban que Jesús iba a restaurar la
soberanía de Israel y, sin embargo, lo vieron levantarse hasta que
una nube se lo quitó de la vista. San Esteban mientras veía la
gloria de Dios estaba dando testimonio de Cristo, estaba entregando
su vida bajo un muro de piedras arrojadizas. Muchos de nosotros
estaríamos tentados a esperar todo de Dios, inmóviles, como sí no
tuvieramos que hacer otra cosa, dejando que el curso de los
acontecimientos introduzcan hechos en los cuales nada tendríamos qué
hacer.
María
es Reina de los Angeles, está por encima de todo principado u
potestad; cómo dice la oración, celebramos "la inmensa
misericordia de tu Hijo". La Virgen María está junto a su
Hijo en la gloria, nos pide "ser testigos de esto", de la
visión que colma nuestras vidas. Como a la Virgen María, el Señor,
solicita nuestra colaboración imprescindible. María, a la que hoy
alabamos, está llena de gracia y del Espíritu santificador por
ello es el modelo que hace crecer el Evangelio en la propia vida y
en nuestros ambientes.
En
este año estamos invitados por Juan Pablo II, en preparación del
tercer milenio de nuestra redención a ser hombres y mujeres que
tengan la luz de la fe, que sean dóciles al Espíritu como la
Virgen María ante los nuevos tiempos con una esperanza operativa;
dice el papa en la Tertio Millenio Adveniente TM 48.
María,
que concibió al Verbo encarnado por obra del Espíritu Santo y se
dejó guiar después en toda su existencia por su acción interior,
será contemplada e imitada a lo largo de este año sobre todo como
la mujer dócil a la voz del Espíritu, mujer del silencio y de la
escucha, mujer de esperanza, que supo acoger como Abrahán la
voluntad de Dios &laqno;esperando contra toda esperanza» (Rom
4,18). Ella ha llevado a su plena expresión el anhelo de los pobres
de Yavé, y resplandece como modelo para quienes se fían con todo
el corazón de las promesas de Dios.
María
es la mujer, a la que no se le ahorran sufrimientos ante el
secuestro de la imagen o del cuerpo de su Hijo, sin embargo
inspirada por el Espíritu guardaba "todas estas cosas en su
corazón". Su vida fue un auténtico peregrinaje de la
fe.
Ireneo
de Lyon nos dice que "la gloria de Dios es el hombre
viviente". Cuando la piedad se hace íntima en el ser humano,
es entonces cuando encuentra su propia dignidad, su propia
significación a la luz de la gloria de Dios en medio de los
acontecimientos y en relación con sus hermanos. Cuando una persona
sabe acoger la gloria de Dios en su vida sabe ascender y superar los
niveles de atonía espiritual y de falta de visión a los cuales
nuestro tiempo nos tiene acostumbrados.
La
fe, tiene que ver con nuestra vida, con nuestro mundo, con la vida
de cada día. Desde la docilidad al Espíritu la fe es iluminadora,
nos hace introducir la gloria de Dios en los acontecimientos que
muchos días parece que sobrepasan en su absurdidad y
enfrentamiento. Si somos dóciles al Espíritu, como María,
encontraremos aquellas perspectivas de altura por las cuales nuestra
realidad y nuestro tiempo podrán ser reconvertidos en una nueva
era. Nuestros hermanos, en esta diócesis, esperan de nosotros que
estemos cargados de la experiencia inigualable del Dios de Jesús,
del gozo íntimo y del testimonio evangélico. "La gloria de
Dios es que el hombre viva"
Concluimos
estas palabras con una oración de alabanza a la Virgen María, a la
que pedimos unais vuestros corazones. Está entresacada del Ave
Verum.
Dios
te salve, Reina del cielo, llena de la divina gracia.
Oh
María. Dios te salve, Puerta del cielo a quien los ángeles alaban.
Oh
María. Dios te salve, tálamo de Dios, mirra, incienso y bálsamo.
O
María. Dios te salve, Esposa de la sabiduría, que nos restauras a
la gracia.
Oh
María. Dios te salve, fuente de la santidad, origen de la pureza,
morada de la honestidad.
Oh
María. Blanca flor de lirio, colócanos a la diestra de tu
bondadoso Hijo.
Oh
María.