Fiesta de la Sagrada Familia

+ Mons. Julián López Martín, Obispo de León

 

(Iglesia Parroquial de San Isidro Labrador, 30-12-2005) 

"El Niño iba creciendo... y se llenaba de sabiduría;
y la gracia de Dios lo acompañaba" 

Hb 11,8.11-12.17-19; Sal 104, Lc 2,22-40


La fiesta de la Sagrada Familia no ocupa este año el domingo dentro de la Octava de Navidad, porque tanto la solemnidad del Nacimiento del Señor, el 25 de diciembre, como la de Santa María Madre de Dios, el 1 de enero, no dejan libre el espacio dominical destinado a esta fiesta. Sin embargo, somos convocados igualmente para celebrar este aspecto tan entrañable del misterio del Hijo de Dios hecho hombre, que quiso hacerse semejante a nosotros naciendo y educándose también en el seno de una familia. De este modo, puso de relieve la vocación y la misión de la institución familiar, para el nacimiento y el desarrollo de la vida cristiana de los que por el Bautismo han sido engendrados como hijos de Dios. En España y en otros lugares, con ocasión de esta fiesta se realiza la Jornada de Familia y Vida, esta vez en torno al lema: “La transmisión de la fe en la familia”, el elegido para el ya cercano V Encuentro Mundial de las Familias en Valencia, España, durante la primera semana de julio del año 2006.

1. Importante y decisiva hora para la familia

La fiesta no puede ser más oportuna. Establecida hace poco más de un siglo por el Papa León XIII, fue situada después del Concilio Vaticano II dentro del conjunto de las celebraciones navideñas, por decisión del Siervo de Dios Pablo VI. Pero ha sido con el Pontífice Juan Pablo II, de santa memoria, cuando esta celebración ha adquirido todo el relieve que le corresponde para presentar a la familia compuesta por San José, la Santísima Virgen María y el Niño Jesús, como”un maravilloso ejemplo a los ojos del pueblo cristiano”, según decía la oración colecta. En efecto, el Juan Pablo II convocó en 1980 una Asamblea del Sínodo de los Obispos para tratar de la familia cristiana, asamblea en la que fue relator precisamente el Papa actual S.S. Benedicto XVI.Fruto de aquella Asamblea fue la célebre Exhortación apostólica Familiaris consortio, de 22-XI-1981, que tanto bien ha hecho al exponer clara y profundamente la identidad de la familia cristiana como “Iglesia doméstica”, tal y como la definió el Concilio Vaticano II,y como santuario de la vida humana, recordando que tiene su origen en el sacramento del Matrimonio (cf.LG 11; GS 48 ss.).

Pero hoy la familia en general, y no sólo la familia cristiana, está atravesando una grave crisis. Lo han puesto de relieve los Obispos de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida en el Mensaje destinado a esta Jornada: “En efecto, vivimos un momento en que se extiende una cultura que oscurece datos antropológicos fundamentales, disuelve la identidad de la familia y desprecia cada vez más la vida humana más débil, como la del enfermo irrecuperable o la de los embriones...; se extienden prácticas contrarias a la vida, como la experimentación con embriones, la destrucción de estas vidas embrionarias para obtener células madre, e incluso la propuesta desde alguna Comunidad Autónoma de comenzar la práctica de la clonación humana. También constituyen una siniestra sombra la extensión de ‘la píldora del día después’, la Ley de Reproducción Asistida que prepara el Gobierno, la creciente presencia del tema de la eutanasia en los medios de comunicación o la perspectiva de una ampliación de la despenalización del aborto” (n. 3). Hace tan sólo tres días los medios de comunicación informaban de que en España se ha duplicado el número de abortos en tan sólo nueve años, alcanzado la escalofriante cifra de 84.985 inocentes sacrificados en el 2004. En León, en el mismo año, se han producido 699 interrupciones voluntarias del embarazo, prácticamente dos cada día.

No resulta grato hacer una relación como ésta en el contexto de una celebración litúrgica, pero es la verdad, y sólo desde la verdad podemos pedir perdón a Dios por lo que hacemos mal o por lo que dejamos de hacer bien, así como suplicar su ayuda para comprometernos más responsablemente en la promoción del Matrimonio y de la familia. No podemos olvidar que en este año se han producido dos grandes movilizaciones masivas de ciudadanos, respectivamente en junio y en noviembre, promovidas por diversas organizaciones sociales y católicas, con el apoyo explícito de muchos obispos,proclamando que “La familia sí importa” y que “La educación también importa”.

“No sólo falta el justo apoyo a la familia,sigue diciendo el Mensaje de la Subcomisión Episcopal, sino que se la ataca con medidas antifamiliares como la reforma del Código Civil, que elimina las referencias al padre y a la madre, al esposo y la esposa para equiparar las uniones de personas del mismo sexo con el matrimonio, o el llamado ‘divorcio express’, que introduce la figura del repudio en nuestra legislación. Por otro lado, se está preparando una Ley de Género con la que se quiere anular el significado antropológico de la diferencia sexual e imponer la “teoría del género”, contraria a la verdadera naturaleza del hombre” (ib.). Y para completar el cuadro, avanza una Ley Orgánica de Educación que causa así mismo una gran preocupación en el ámbito eclesial y aun en el ciudadano, a causa de las serias carencias que se advierten todavía en este proyecto de Ley, puestas de relieve por la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal en su Nota del 28 de septiembre de 2005, apareciendo incluso, en algunos puntos, nuevos motivos de inquietud, porque no garantizan como es debido los derechos de los padres referentes a la educación religiosa de sus hijos (cf. Nota del Comité Ejecutivo de la C.E.E., de 15-XII-2005).

2. Las virtudes de la Sagrada Familia

Es precisamente el tema de la educación en general y de la educación religiosa en particular, como transmisión de la fe, lo que ha querido poner de relieve la actual Jornada de Familia y Vida, mirando a la escuela de los valores cristianos que es el hogar de Nazaret. Porque esta realidad, plasmada en las lecturas de la Palabra de Dios que se han proclamado, es lo que debemos celebrar en la Fiesta de laSagrada Familia. 

En efecto, hemos escuchado en el Evangelio que el Niño Jesús “iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría, y que la gracia de Dios lo acompañaba”. Algo tenía que ver la labor callada y obsequiosa de la Santísima Virgen y de San José, en esta maravillosa obra del crecimiento humano del Hijo de Dios hecho hombre. Es, ciertamente, un misterio inaudito. El que es la Sabiduría personificada, el Omnipotente, aprende en cuanto hombre a obedecer, y se educa como un niño más. De sus logros, especialmente en el campo religioso, tenemos una prueba cuando,a los doce años, se quedó en el templo de Jerusalén hablando con los maestros de la Ley, dejando a todos pasmados de su inteligencia y de sus respuestas (cf. Lc 2, 46-47). Pero, como digo, algo tuvo que ver, sobre todo María, puesto que la formación religiosa, en las familias hebreas, era una tarea especialmente confiada a la madre. Quiero subrayar esto, como miembro del pueblo hebreo, Jesús fue educado en la fe religiosa de Israel, y en el hogar de Nazaret aprendió a rezar y a observar las prácticas sagradas de sus antepasados en lo humano. El episodio de la presentación del Niño Jesús en el templo para cumplir lo dispuesto por la Ley de Moisés, narrado en el Evangelio, es altamente significativo del modo como se procuraba la introducción de los más pequeños en la vida del pueblo elegido, ya desde las primeras semanas del nacimiento. Qué hermosa lección para los padres y madres católicos de hoy. Porque en esto consiste precisamente la transmisión de la fe.

Escuchad al Papa Benedicto XVI en su Carta de confirmación del V Encuentro Mundial de las Familias en valencia: “La familia cristiana tiene, hoy más que nunca, una misión nobilísima e ineludible, como es transmitir la fe, que implica la entrega a Jesucristo, muerto y resucitado, y la inserción en la comunidad eclesial. Los padres son los primeros evangelizadores de los hijos, don precioso del Creador (cf. GS 50), comenzando por la enseñanza de las primeras oraciones. Así se va construyendo un universo moral enraizado en la voluntad de Dios, en el cual el hijo crece en los valores humanos y cristianos que dan pleno sentido a la vida” (Carta de 17-V-2005).

Y añaden los Obispos de la Subcomisión de la Familia: “En virtud del ministerio de la educación los padres, mediante el testimonio de su vida, son los primeros mensajeros del Evangelio ante los hijos. Es más, rezando y dedicándose con ellos a la lectura de la Palabra de Dios e introduciéndolos en la intimidad del Cuerpo –eucarístico y eclesial- de Cristo mediante la Iniciación cristiana, llegan a ser plenamente padres, es decir, engendradores no sólo de vida corporal, sino también de aquella que, mediante la renovación del Espíritu, brota de la Cruz y Resurrección de Cristo” (Mensaje, n. 6). Después recomiendan también a los padres la asistencia a la Misa dominical acompañando a sus hijos como modo privilegiado de iniciarlos en la vida sacramental, teniendo en cuenta que la Eucaristía es “el punto central de la vida de la Iglesia y de la familia cristiana” (ib.).

3. Una acción pastoral compleja que implica numerosos sectores de la vida de la Iglesia

No puede ser de otra manera. La transmisión de la fe, problemática en no pocos lugares del mundo, además de en España, requiere ante todo la dedicación preferente de los padres a tan hermosa función educadora de sus hijos. En estos días de Navidad, en que tantas familias se reúnense presenta también una ocasión muy bella para introducir a los niños en los Misterios celebrados, y compartir con ellos unos días que deben ser para todos los cristianos de intensa vivencia de la fe, y de profundización en el conocimiento de Jesucristo. Por eso los padres debéis hablar a vuestros hijos de Jesucristo, e introducirlos en la celebración litúrgica y en la oración familiar, porque ningún anuncio es más importante para su vida. 

En esta tarea de transmitirles la fe os ayudará la Iglesia diocesana, por medio de la parroquia, de la catequesis, de la enseñanza religiosa escolar de los grupos eclesiales, etc. Podéis contar con la asistencia de una serie de organismos que han de ocuparse de diversos campos de la pastoral: la pastoral familiar, en primer lugar, pero también la pastoral de la enseñanza y de la catequesis, la pastoral litúrgica, la pastoral juvenil y vocacional, etc. Se trata de orientaros en los momentos, tan decisivos, de la preparación del Bautismo, del despertar religioso de los niños y niñas bautizados, de las primeras oraciones, de las primeras catequesis en el hogar, de la incorporación a la parroquia, de laPrimera Penitencia y de la primera participación en la Eucaristía, de la Confirmación. 

Parroquias, colegios, educadores, sacerdotes, catequistas, padres y padrinos, han de desplegar una gran labor comunicadora de la fe que es compleja y que, para ser eficaz, requiere en todos los agentes el poner en práctica la “espiritualidad de comunión” que constituye, como sabéis, el objetivo principal del programa pastoral del presente curso. Hemos de estar atentos todos a las orientaciones de la Iglesia, especialmente aquellas que tienen que ver con la catequesis y la celebración de la Iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación, Primera Comunión. Quizás tengamos que modificar algunas determinaciones tomadas hace tiempo acerca de la edad de la recepción de estos sacramentos, cuyo estudio se ha pedido en el último Sínodo.

Que la Santísima Virgen María y San José, modelos de la familia cristiana, nos ayuden a todos a transmitir la fe a los pequeños y a los jóvenes. Los padres que transmiten la fe a sus hijos son esperanza para el futuro de nuestras comunidades.

+ Julián, Obispo de León