La Virgen del Camino

+ Mons. Julián López Martín, Obispo de León

 

Catedral de León , 6 de mayo de 2005
Queridos diocesanos:
Me dirijo a todos los fieles de la diócesis de León, pero muy especialmente a los que residen en la capital y en las poblaciones cercanas. 

Como todos sabéis, la venerada imagen de Nuestra Señora la Virgen del Camino, Patrona de la Región leonesa, va a dejar su Santuario para encontrarse con todos los que la invocan como Reina y Madre. Lo hace en el mes de mayo, el mes de María, en coincidencia con el tiempo de la espera del Espíritu Santo, después de la Ascensión del Señor; según la promesa de Jesús, al despedirse de sus discípulos, encargándoles permanecer en Jerusalén hasta “ser revestidos de la fuerza de lo alto” (Lc 24,49). En efecto, ellos “perseveraban unánimes en la oración juntamente con María, la Madre de Jesús” (Hch 1,14).

Esto es lo que la Santísima Virgen María viene a hacer a la Catedral de León, agrupar y congregar en torno a sí a los que nos sentimos discípulos de su Hijo, que somos por principio todos los bautizados. Con toda la belleza del protocolo secular y de las costumbres religiosas que exigen el traslado de nuestra Patrona a la capital leonesa y su entrada en la pulcra leonina, no podemos quedarnos sólo en la superficie del acontecimiento. La que viene a visitarnos es la Santa Madre de Dios, en una de sus más amadas imágenes. Debemos recibirla como lo hizo Isabel en la montaña de Judá, cuando María corrió presurosa a llevarle el anuncio de la salvación de Dios, que había tomado carne en su seno virginal: abrirle las puertas de su corazón y proclamarla “Bendita entre todas las mujeres y bendito el fruto de su vientre”. 

La Virgen del Camino, hoy como entonces, es portadora de alegría y de esperanza, de misericordia y de consuelo. Llega en unas circunstancias muy concretas de la Iglesia, que acaba de entrenar el ministerio pastoral de un nuevo Papa, Su Santidad Benedicto XVI, que se ha presentado como un humilde trabajador de la viña del Señor. En un momento difícil para nuestro mundo, lacerado por situaciones de violencia en numerosos países, por desastres naturales y por enfermedades que no ceden. En una etapa de preocupación en nuestra España y de inquietud en la comunidad católica porque ve peligrar valores muy importantes en el ámbito de la vida familiar, de la educación y de la misma libertad religiosa. 

Nuestra diócesis está celebrando un Año jubilar eucarístico y mariano. De todos son conocidos los motivos. La presencia de la Virgen del Camino en la catedral de León es una gracia especial de Dios, para que nos reunamos en torno a la Madre común, y avivemos las raíces de nuestra fe y de nuestra misma historia como pueblo. Espero y confío en que todos los que podáis, os acerquéis a visitarla en la catedral, personalmente o, mejor aún, en familia. Os recuerdo que el mejor homenaje que le podemos ofrecer es el de la oración junto a ella, y la recepción de los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, recibiendo así la indulgencia plenaria del Año Jubilar.

Con mi cordial saludo y bendición:

+ Julián, Obispo de León