Estrella de la evangelización

+ Mons. Antonio Dorado Soto. Obispo de Málaga, España

 

9 de abril de 2005

Igual que María inició a Jesús en el conocimiento de las Escrituras, en la vida de oración y en todos esos valores, vosotros debéis educar en la vida de fe a vuestros hijos.

Desde el día 30 de Agosto estamos celebrando la fiesta de Nuestra Señora de la Victoria, Madre y Patrona de Málaga. En la capital, las manifestaciones religiosas alcanzan un esplendor particular por estas fechas, porque el día 28 de Agosto se traslada la imagen de Nuestra Señora desde el Santuario a la Santa Iglesia Catedral y, a partir del 30, comienza a celebrarse la Novena. Durante cada uno de los nueve días de la misma, diferentes grupos eclesiales y sociales acuden al primer templo de nuestra diócesis para postrarse ante la imagen de la Santísima Virgen, ofrecerle su veneración filial y recabar su mediación materna. 

El día 8 de septiembre, a las 11 de la mañana, culminarán estos cultos con la solemne misa pontifical que presidiré como Obispo de esta diócesis. Esta expresión de fe de nuestro pueblo, tan rica en manifestaciones populares, es un signo sincero de amor y de gratitud para con nuestra Madre. A lo largo del año, son muchos los que han acudido a su intercesión en diversas ocasiones, ante las vicisitudes de la propia vida, conscientes de que Santa María es Madre del buen consejo, Salud de los enfermos, Consuelo de los afligidos, Refugio de los pecadores y, siempre, Auxilio de los cristianos. A quienes piensen que tales expresiones religiosas son interesadas y más fruto de la necesidad que de un verdadero amor, les vendría muy bien meditar lo que dijo Jesús a la mujer Cananea, cuando le pedía ayuda para su hija enferma. Ante su insistencia, que se hacía ya insoportable para los discípulos, el Señor la miró con afecto y le dijo: "Mujer, qué grande es tu fe; que te suceda como deseas" (Mt 15, 28). Cuando veo a tantas personas que acuden a la Virgen, especialmente en estas fechas, y advierto que algunas lloran, no dejo de pensar en la hondura de dicho episodio evangélico. 

Sin embargo, como hijos, no debemos quedarnos en esta espléndida oración de petición y en la consiguiente gratitud, sino que debemos dar un paso más para tomar a María como ejemplo de vida evangélica. Y puesto que dentro de unos días comienza el curso escolar, os recomiendo a los padres y abuelos que meditéis su testimonio en lo que se refiere a la educación de los hijos. Sabéis bien que los primeros educadores sois vosotros. 

Igual que María inició a Jesús en el conocimiento de las Escrituras, en la vida de oración y en todos esos valores que resplandecen en su rica personalidad, vosotros debéis educar en la vida de fe a vuestros hijos. Ella, Nuestra Señora, os enseñará a escucharlos, a responder a sus preguntas, a enseñarlos a rezar, a llevarlos el domingo a la misa, a inculcarles los valores evangélicos y a desarrollar su capacidad de amar. 

Los últimos Papas han visto en María "la Estrella de la evangelización", porque fue la aurora que anunció la llegada del Sol de Justicia, Jesucristo; porque nos enseña a caminar por la senda de la fe; y porque el amor que le tenemos nos lleva hasta las plantas del Señor. 

Hoy, mientras os invito a acudir a la Novena que se celebra en la Catedral, para honrar a María como se merece, para darle gracias por su amor entrañable y para imitar su manera de seguir a Jesucristo, os animo a que la toméis como Abogada en la delicada misión de educadores y en la iniciación de vuestros hijos en la fe. Que no en vano es la "Estrella de la evangelización".