María sigue en pie junto a la cruz de sus hijos

+ Mons. Antonio Dorado Soto. Obispo de Málaga, España

 

8 de febrero de 2004

El 11 de febrero del año 1858, Bernardita Soubirous tuvo una visión especial de la Virgen, que se le presentó como la Inmaculada Concepción. 

Al poco tiempo, Lourdes se convirtió en el punto de encuentro de numerosos enfermos llegados de todas partes. Algunos hallaron la salud corporal que les faltaba, pero son más los que han encontrado y siguen encontrando ante Nuestra Señora la salud de su alma. Por eso pueden decir con verdad que la Virgen los ha curado. Gracias a la intercesión de Nuestra Señora, abrieron su corazón a Jesucristo y descubrieron el sentido de su vida y de su enfermedad. 

Es natural que la Iglesia haya fijado el 11 de febrero para la Jornada Mundial del Enfermo, con el fin de rezar por estos hermanos y con ellos, y ayudarles a descubrir que María sigue en pie junto a la cruz de sus hijos como estuvo junto a la de Jesucristo en el Calvario. 

La enfermedad es un aspecto inseparable de la condición humana y los esfuerzos por curarla y eliminar sus consecuencias dolorosas forman parte de la misión que Dios nos ha encomendado. Tenemos derecho a sentirnos agradecidos al abnegado trabajo de miles de profesionales, que han contribuido al avance de la medicina y cuidan cada día nuestra salud. 

La Comunidad cristiana debe cuidar la vida de fe de los enfermos. Y hemos de esforzarnos para que tales descubrimientos estén al servicio de todos, para que los enfermos vislumbren la manera de vivir la enfermedad a la luz del Evangelio y para que, junto con los cuidados del cuerpo, les ofrezcamos también los cuidados del alma y el testimonio de nuestro cariño y amistad. 

La fe enseña que, cuando estamos enfermos, el mismo Jesucristo que sufrió en la Cruz por nosotros, sufre ahora en nosotros y nos da fortaleza para luchar contra el mal y para ofrecer a Dios el dolor que nos aqueja. Es nuestra manera de confesar que la vida es un don de Dios y por eso se la ofrecemos con toda su grandeza y sus miserias. A la luz de la Palabra de Dios, esa compañera de camino que es la debilidad humana se vive de otra manera. Lejos de apartarnos de Él, la enfermedad nos ayuda a entender que la vida es un regalo que debemos disfrutar con sabiduría y bondad; y que el dolor que nos aqueja no nos debe llevar a encerrarnos en nuestro egoísmo y a olvidar que, también para la persona enferma, el amor a Dios y al otro es fuente de plenitud. 

Además, esta Jornada recuerda a la comunidad cristiana que debe cuidar la vida de fe de los enfermos, rodearlos de un cariño especial y trabajar para que los logros de la medicina lleguen también a los pueblos y a las capas sociales más desfavorecidas.Por eso pido a Nuestra Señora de Lourdes que ayude a todos los enfermos a descubrir que Ella está junto a su cruz como estuvo junto a la de su Hijo en el Calvario. 

+ Antonio Dorado,
Obispo de Málaga.