Ofrenda Anual a la Virgen de los
Remedios
+ Mons. Antonio Dorado Soto. Obispo de Málaga, España
Agradezco
al Ilustrísimo Señor Alcalde la bienvenida que me acaba de dar y
su deseo de que el cariñoso recibimiento de los diocesanos se vaya
transformando en amistad y estrecha colaboración para mi labor
pastoral en esta querida diócesis de Mondoñedo-Ferrol.
1.
El hombre, un ser lleno de necesidades
Desde
su nacimiento hasta su muerte el ser humano es un ser desvalido.
Necesita corner, beber, vestirse, trabajar, descansar, gozar de
buena salud, etc... Y más allá de las necesidades puramente fisiológicas,
el hombre necesita ser amado y poder amar a alguien. Sin
experimentar el amor, la vida carece de sentido. Necesita también
sentirse valido y gozar al menos de una relativa autonomía a la
hora de moverse y decidir. Mas aún, el ser humano necesita superar
los límites de sí mismo y de este mundo para alcanzar al ser que
le supera y envuelve, para llegar a Dios mismo.
Las
necesidades humanas fundamentales permanecen, otras varían con el
paso del tiempo. Van apareciendo nuevas necesidades. Hoy, por
ejemplo, no nos preocupa ya la subsistencia, sino la calidad de
vida, disfrutar de una buena Seguridad Social, encontrar un sentido
y una finalidad a la vida, cuando nos sobran medios para que nos
resulte más cómoda.
También
la comunidad cristiana siente, entre otras, la necesidad de sentirse
orgullosa por el servicio que presta a la sociedad, impulsando el
reconocimiento de todas las personas como sujeto de derechos y
obligaciones en los que se fundamenta nuestro sistema democrático,
como bien ha dicho el Señor Oferente.
2.
Nuestra Señora de los Remedios
Ante
sus múltiples necesidades, el pueblo cristiano acude espontáneamente
a la Virgen María buscando en ella los remedios que necesita.
María
ocupa un puesto privilegiado en el corazón de los sencillos. Porque
el pueblo no parte de conceptos, sino de intuiciones. No hace
disquisiciones, sino que vive; no define, siente.
El
pueblo sencillo acude a María en sus necesidades porque la siente
sobre todo como Madre, como aquella que manifiesta con un corazón
que es humano la potencia del Amor infinito de Dios. Bajo tu amparo
nos acogemos, Santa Madre de Dios, no deseches nuestras súplicas en
nuestras necesidades, antes líbranos de todo peligro, Virgen
gloriosa y bendita (s. IV).
Y
subrayo dos aspectos de su maternidad: su poder y su misericordia:
Rezando o cantando la Salve la aclaman como "Reina y Madre de
Misericordia, vida, dulzura, esperanza nuestra". Ella es madre
que siente predilección por los que sufren y que, en modo alguno es
cómplice de la injusticia, sino que actúa como suprema valedora de
quienes la padecen. Ha compartido el sufrimiento y el abandono
humanos y por eso puede ser fuente de consuelo y esperanza. María
está sobre todos, pero es de todos y para todos. Nadie tiene
derecho a sentirse excluido de su amor.
Los
diversos títulos que le otorgamos son como un muestrario elocuente
de las más diversas necesidades humanas. Así invocar a María como
Virgen de las angustias, del amparo y de los desamparados, de los
dolores y de la esperanza, como Nuestra Señora de los Remedios....
A
Nuestra Señora de los Remedios acaba de presentar el Señor Alcalde
oferente las necesidades que más hondamente sentimos en este
momento: familias sólidas y abiertas, la unidad de España
amenazada por los nacionalismos exacerbados y excluyentes, la
supresión de todo tipo de terrorismos y el florecimiento de la paz,
las víctimas de los malos tratos, los jóvenes a los que hemos de
transmitir los valores cristianos capaces de dar un sentido positivo
a sus vidas, los trabajadores del campo y del mar, la necesidad de
personas que ocupen los cargos públicos capaces de buscar ante todo
el bien común y el desarrollo de los pueblos por encima de
infructuosos radicalismos y enfrentamientos estériles.
La
ayuda de Nuestra Señora de los Remedios estamos seguros de que va a
ser eficaz.
3.
Cultivemos la devoción a María
Fomentemos
la devoción a María, no tengamos ningún miedo. Pero lejos de todo
fanatismo.
"El
honor a la Reina -enseñaba San Bernardo- exige únicamente
fidelidad; la Virgen regia no necesita falso honor, ya que está
abundantemente dotada de verdaderos títulos de honor y adornada con
la corona de muchas glorias" (San Bernardo, Carta 174, 2: PL.
182,333).
Juan
Pablo II también ha reclamado una devoción a María basada en la
Escritura y la Tradición orientada por la Liturgia de la Iglesia:
"Sí, María ha de ser muy amada y honrada, pero con una devoción
que por ser auténtica debe estar correctamente basada en la
Escritura y en la Tradición, valorando en primer lugar la liturgia
y hallando en ésta una orientación para las manifestaciones mas
espontáneas de la religiosidad popular, ha de expresarse en el
esfuerzo de imitar a la "Toda Santa" en un camino de
perfección personal, debe permanecer alejada de cualquier forma de
superstición y vana credulidad, y acoger en el recto sentido, en
sintonía con el discernimiento eclesial, las manifestaciones
extraordinarias con que la Bienaventurada Virgen se complace en
ofrecerse en no pocas ocasiones por el bien del Pueblo de Dios, debe
ser capaz de remontarse siempre a la fuente de la grandeza de María,
transformándose en incesante Magnificat de alabanza al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo" (Juan Pablo II, Jornada de
clausura del XX Congreso Internacional Mariológico-Mariano,
24.09.00; Ecclesia, 3017 (7.10.00) 929).
Mondoñedo,
11 de septiembre de 2005
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Manuel Sánchez Monge, Obispo de Mondoñedo-Ferrol
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