“Peregrinar al Pilar de Zaragoza” 

+ Excmo. y Rvdmo Dr. Javier Salinas Viñals, Obispo de Tortosa, España

 

22 de mayo de 2005

Este domingo todas las diócesis de España peregrinan al santuario de la Virgen del Pilar, a quien invocamos como “la columna que guia al pueblo”(Cf. Ex.13,21). Será un encuentro de familia, porque la Virgen María suscita sentimientos de cercanía y confianza. Queremos orar junto a María para pedirle que nos fortalezca en la fe, que asegure nuestra esperanza y que nos impulse a vivir la caridad con todas sus consecuencias. Queremos orar junto a María en el año que celebramos el 150 aniversario de su proclamación como Madre Inmaculada, llena de la gracia del Espíritu Santo y libre de todo pecado desde su concepción. Un tiempo de gracia en que el Señor nos invita a renovar la confianza en su misericordia, en su amor sin medida. 
En medio de la historia de los hombres, marcada por una dimensión oscura en la que se manifiesta el poder del mal con todas sus consecuencias en la vida personal y social, la Inmaculada es Aurora de salvación. Con Ella, Dios Padre quiere hacerlo todo nuevo. María se fió siempre de Dios; creyó en las palabras del ángel. Acompañó a su Hijo desde el nacimiento hasta la Cruz y guardó fielmente en su corazón todo lo que Jesús decía. De esta manera, en una mujer del pueblo de Israel, humilde y llena de fe en el Dios que hace obras grandes, surge la novedad que llevará nuestro mundo a un cambio que nadie puede imaginar. Los cristianos de todos los tiempos miramos a María, pues Ella es quien con más fidelidad cumplió los mandatos de Jesús. Por eso acudimos a María pidiéndole que nos ayude a caminar con su Hijo; a participar de la nueva vida que Él nos trae; a mostrar que la fe en Dios es fuente de alegría y fraternidad, motivo para renovar nuestro mundo, para que todos se seamos hermanos. 

El momento culminante de nuestra peregrinación será la celebración de la Eucaristía. Apoyados en el Pilar, nos introduciremos una vez más en el sacramento de la fe que nos ofrece el mayor bien espiritual de toda la Iglesia: a Cristo, muerto y resucitado. La Virgen del Pilar nos guiará hacia el Santísimo Sacramento. Su maternidad espiritual nos acerca a Jesús, presente en la Eucaristía. Qué oportuno este comentario del Papa Juan Pablo II: “Con la solicitud materna que muestra en las bodas de Caná, María parece decirnos: “no dudéis, fiaros de la Palabra de mi Hijo. Él, que fue capaz de transformar el agua en vino es igualmente capaz de hacer del pan y del vino su Cuerpo y su Sangre, entregando a los creyentes en este misterio la memoria viva de su Pascua, para hacerse así Pan de vida” (Cf. Ecclesia de Eucharistia, nº 54). 

† Javier Salinas viñals, Obispo de Tortosa