“Generosos y entregados… como María”

+ Excmo. y Rvdmo Dr. Javier Salinas Viñals, Obispo de Tortosa, España

 

13 de marzo de 2005

“Generosos y entregados… como María” 
Con la celebración del día del Seminario diocesano, un año más queremos recordaros la existencia de una comunidad de jóvenes en camino de formación, dispuestos a reconocer la llamada del Señor para ser sacerdotes de su Iglesia. El Seminario diocesano siempre ha sido un punto de referencia fundamental en la vida pastoral de nuestra Diócesis. Todas las comunidades parroquiales han contribuido con la oración, esfuerzo económico y testimonio, a lo largo de su medio siglo de existencia. 
En este año toda la Iglesia celebra la memoria del 150 aniversario del dogma de la Inmaculada. Un año marcado por la acción de gracias a Dios, pues nos ha dado a María como Madre de Jesús y Madre nuestra. Su testimonio de entrega es el espejo de toda vida cristiana y de toda vocación. En esta jornada en la que el Seminario diocesano Nuestra Señora de la Asunción está en el centro de nuestra oración, miramos a María para descubrir en ella el significado de toda vocación cristiana, de forma particular, la de quienes se preparan para ser pastores en medio del pueblo de Dios.

Para hacer una presentación resumida de la Virgen sólo es necesaria esta breve expresión: “se entregó con generosidad a Dios y a su proyecto de salvación”. Qué mejor testimonio para despertar a una forma de vivir que quiere ser don para los demás. Siempre, en los momentos de renovación eclesial, el Señor ha suscitado múltiples vocaciones en la Iglesia, pero en todas hay una referencia común: la memoria de María. En Ella se centra la novedad: nos ha dado a Jesús, y nos lo da continuamente en la medida en que nos identificamos con sus actitudes; en la medida en que también nosotros, impulsados por el Espíritu, llegamos a decir de corazón: “aquí está la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra”(Lc.1,28).

Nuestra forma de vivir tiene muchos valores, pero algunos de ellos tal vez quedan en la penumbra: el amor sin cálculo; la generosidad confiada; la disponibilidad para una aventura cuyo resultado va más allá de nuestras posibilidades. La vocación al sacerdocio requiere de todo esto. Y, aunque este deseo reside en el corazón de muchos jóvenes, quizá nuestra forma de vivir no les ayuda a convertirlo en realidad. En el día del seminario todos debemos pedir al Señor que suscite vocaciones al sacerdocio, sin olvidar que la oración por las vocaciones debe convertirse en oración por todos los cristianos, especialmente por las familias y los jóvenes, para que vivan a fondo su camino según el Evangelio de Jesús, con corazón generoso y entregado. Y desde ahí todo será posible. También la vocación sacerdotal.

† Javier Salinas Viñals, Obispo de Tortosa