La Virgen de Guadalupe es un signo de predilección de Dios a nuestro pueblo

+ Sr. Cardenal. Juan Sandoval Iñiguez, Arzobispo de Guadalajara, México.

 

12 de diciembre de 2000

El pasado 12 de diciembre celebramos a Nuestra Señora de Guadalupe, una gran fiesta de carácter religioso y también de carácter nacional. Hace 469 años que se apareció la Virgen de Guadalupe a Juan Diego en la colina del Tepeyac y hubo una gran coincidencia este año, ya que según lo indica el Nican Mopohua, esa relación escrita por Don Antonio Valeriano, un indio culto que nos narra las apariciones de la Virgen, el 9 de diciembre de 1531, día de la primera aparición, fue sábado como este año, y el 12, día de la última aparición y de la manifestación del ayate ante el obispo con la imagen de la Virgen, fue martes como en esta ocasión.
La fiesta de la Virgen de Guadalupe, es para nosotros los mexicanos una fiesta de carácter nacional, celebrada, fundada, exigida por el pueblo de México, no por oficialidad ni de la Iglesia ni del Estado; el pueblo de México sabe que se trata de algo fundamental para su fe: la Virgen de Guadalupe y para ello la instituyó como fiesta nacional, como día de gozo, de descanso, de peregrinaciones y alabanza en todo el territorio nacional.
También debo recordar a todos ustedes que, por voluntad del Papa Juan Pablo II, la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe es celebrada en todo el Continente Americano. Hubo un Sínodo de los Obispos de América en el año de 1997, hace tres años, y después, el Papa trajo el fruto de ese Sínodo a la Basílica de Guadalupe y allí proclamó que la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, siendo Patrona de América y Estrella de la Evangelización en todo el Continente debía ser una fiesta de todos los países americanos.
Recorriendo otros países, especialmente Estados Unidos, encontramos que casi no hay iglesia donde no haya un altar dedicado a la Virgen de Guadalupe, ni hay comunidad católica que no le tenga una gran devoción.
¿Qué es la Virgen de Guadalupe para nosotros los mexicanos? Pudiéramos decir muchas cosas, pero yo pienso que es, en primer lugar, un símbolo de nuestra nacionalidad. La Virgen de Guadalupe es la que más nos identifica como Nación Mexicana; en segundo lugar, es la bandera de todas las causas nobles; cualquiera que traiga reclamos legítimos de cualquier clase, enarbola el pendón de la Virgen de Guadalupe para apoyarlos; lo hizo el Padre de la Patria, Miguel Hidalgo, y así lo han seguido haciendo muchos otros con toda razón.
La Virgen de Guadalupe, además, significa para nosotros un signo de predilección; significa el don de Dios, de la fe en Jesucristo Nuestro Señor; somos un pueblo creyente gracias a la Virgen de Guadalupe que con sus apariciones al principio de la evangelización a 10 años de la Conquista ganó el corazón de los aborígenes, de tal manera que los dejó asidos al suyo propio, fieles y firmes en la fe de su Hijo Jesucristo Nuestro Señor.
El don más grande que nos trajo la Virgen de Guadalupe fue la fe en Cristo porque Ella se presentó al Beato Juan Diego diciéndole: «Sábete que soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios por quien se vive»; así pues, el que es devoto de la Virgen de Guadalupe no puede menos que ser un creyente firme en Cristo, Salvador del Mundo.
Además, la Virgen de Guadalupe ha sido siempre un milagro permanente, un signo que nos ha dejado Dios para iluminar el camino de nuestra fe.
La imagen en sí, es toda una maravilla, es hermosísima. Está impresa, no se sabe cómo; los pintores nunca han sabido descifrar la clase de pintura que es. Está impresa en un ayate, en una superficie áspera como de ixtle, lo menos propio para una pintura de semejante delicadeza. Tiene 469 años ahí y sin embrago se conserva, siendo que la fibra es perecedera, que en 30 o 40 años se vuelve polvo. Los hombres de ciencia, los mismos científicos de la NASA, lo han examinado con aparatos modernos y han decubierto una serie de cosas tan notables en los colores, en la simbología, en los ojos de la Virgen, etc. que los ha dejado asombrados. Es pues un milagro irrefutable que nos invita a trascender las cosas temporales, materiales y a buscar una señal del cielo, en las cosas de más arriba.
Hoy, estamos terminando el segundo milenio del cristianismo y acercándonos al inicio del tercer milenio, al siglo XXI; la Virgen nos ha acompañado por casi cinco siglos; vámosle pidiendo a Nuestra Madre de Guadalupe que nos siga acompañando, que no abandone a este pueblo de México que atraviesa por una etapa de su historia de grandes ilusiones y deseos de superación, para que esos deseos de este pueblo justo, de este pueblo fraternal, de este pueblo que quiere prosperar sean realidad, y sobre todo que le conserve en su fe.
Que la Virgen de Guadalupe nos ampare y asista a todos y que Dios los bendiga.



Fuente: Semanario, Arquidiócesis de Guadalajara. México.