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Año Mariano del Llédó
+ Mons. Casimiro López Llorente. Obispo de Segorbe-Castellón
Queridos diocesanos:
El próximo día uno de mayo comenzamos el Año Mariano de Lledó con la
Misa Estacional en la Basílica y el traslado de la Virgen a la
Con-catedral de Santa María. La gran diversidad de actos religiosos
y culturales programados para estos días no puede llevarnos a
olvidar el objetivo fundamental de este Año Mariano. Esto se puede
aplicar a nuestra devoción mariana en general. Los actos culturales
no pueden encubrir o empañar, y menos aún, llevarnos a olvidar lo
fundamental; éstos actos están bien, pero como complemento o
derivación de la devoción mariana, y nunca como supletorios de una
auténtica devoción a la Virgen, en este caso a la Mare de Déu del
Lledó.
El Año Mariano debe ayudar a despertar o profundizar la devoción a
la Virgen, la Mare de Déu del Lledó. Y nuestro amor a la Virgen ha
de llevarnos al encuentro con su Hijo, Jesucristo, el Hijo de Dios,
a quienes hemos de acoger, conocer, amar y seguir para así seguir
anunciando su Evangelio en nuestros días. Por ello es necesario
preparar bien la celebración del Año Mariano y la participación en
los actos religiosos mediante catequesis en las parroquias sobre la
Santísima Virgen y sobre la auténtica devoción del Lledó así como
mediante la celebración del Sacramento de la Penitencia.
La Virgen siempre quiere dirigir nuestra mirada y nuestros pasos
hacia su Hijo, el Hijo de Dios, el Salvador, la Buena Noticia de
Dios para toda la humanidad. Celebramos a María, porque ella es la
Madre del Dios, que nos da a su Hijo, fuera del cual no existe
Salvación. Ahí está la razón de esta fiesta; este es el verdadero
motivo de nuestra alegría, de nuestra devoción y de nuestro amor a
la Virgen. En este Año hemos de dejarnos llevar por la Virgen al
encuentro con su Hijo, Jesucristo, para convertirnos a Él, para
avivar nuestra fe y vida cristianas, y para renovar nuestro
compromiso en la transmisión de la fe y la transformación de la
sociedad según el plan de Dios.
Esto debe ser lo que nos mueva en este Año Mariano y siempre que
celebremos a la Virgen. A ella hemos de acudir en todos los momentos
de nuestra vida, y, en especial, en los momentos de debilidad o de
dificultad, de dolor o de aflicción, pero también en los momentos de
alegría o de alivio. Como una buena madre, María nos llevará a su
Hijo. Estamos en el 'destierro de la vida', estamos peregrinando
hacia la plenitud. María nos acompaña siempre. Toda la vida
cristiana es como una gran peregrinación hacía la casa del Padre,
del cual se descubre cada día su amor incondicionado por toda
criatura humana.
La Virgen nos susurra las palabras de su Hijo Jesucristo para que
seamos fieles en su seguimiento y en la misión de anunciar el
Evangelio, sobre todo en estos momentos difíciles para perseverar
como cristianos. Ella nos pide que vivamos unidos en la comunión con
Dios y con la Iglesia. María es la primera cristiana, que nos enseña
a vivir fieles a nuestra fe en el seno de la Iglesia. Ella es modelo
para todos los fieles, y lo es porque nos mueve a imitarla en las
actitudes fundamentales de la vida cristiana: en la fe, en la
esperanza, en la caridad y en la obediencia a Dios. ¡Que María nos
enseñe a vivir como verdaderos discípulos de su Hijo en el seno de
la comunión de la Iglesia al servicio de la misión para que Cristo,
su Hijo, llegue a todos!
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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