|
El Hogar de Nazaret y la familia cristiana
+ Mons. Casimiro López Llorente. Obispo de Segorbe-Castellón
Queridos diocesanos
El domingo siguiente a la Navidad celebramos la Fiesta de la Sagrada
Familia y, con esta ocasión, la Jornada de la familia y de la vida.
Porque fue en el seno de una familia, la Familia de Nazaret, donde
fue acogido con gozo, nació y creció Jesús, el Hijo de Dios, hecho
hombre. Ante nuestros ojos está la Familia de Nazaret, formada por
José, María y Jesús.
La Familia Sagrada es un hogar en que cada uno de sus integrantes
vive el designio amoroso de Dios para con cada uno de ellos: José,
su vocación de esposo-padre; María, la de esposa-madre y Jesús, la
del Hijo, enviado para salvar a los hombres. En este hogar es donde
Jesús pudo educarse, formarse y prepararse para la misión recibida
de Dios. La Sagrada Familia es una escuela de amor recíproco, de
acogida y de respeto, de diálogo y de comprensión mutua, y una
escuela de oración. Es el modelo donde todos los cristianos y las
familias cristianas pueden encontrar la luz para vivir de acuerdo
con la voluntad de Dios.
San Pablo, en su carta a los Colosenses (3,12-21), nos muestra la
unidad de vida y de comunión en el amor que ha de darse en la
familia cristiana. Un amor que es siempre recíproco y fiel,
entregado y respetuoso; un amor, que para ser verdadero, incluye
necesariamente el perdón: ‘Sobrellevaos mutuamente y perdonaos’.
Este es el verdadero amor, que es, a su vez, el único vínculo capaz
de mantener unidos a los esposos y a la familia más allá cualquier
dificultad o problema. Este amor es el verdadero alimento de la
familia, que ayuda a crecer a los esposos y a los hijos y preserva a
la familia de la desintegración. Este amor no es mera simpatía, ni
un sentimiento volátil o una pasión pasajera. Este amor no es
egoísta, ni individualista, porque no es búsqueda de sí mismo. El
verdadero amor es donación y entrega mutua y desinteresada, que
busca el bien del otro.
La Fiesta de la Sagrada Familia nos urge a los cristianos a acoger,
vivir y proclamar la verdad y la belleza de la familia, según el
plan de Dios. La familia natural y cristiana es una comunión íntima
de vida y amor, fundada en el matrimonio entre un hombre y una
mujer, abierto al don de la vida humana, y para siempre. Esta buena
nueva hemos de vivirla y proponerla sin miedos ni complejos en un
contexto social, político y legislativo contrario al verdadero
matrimonio y a la familia y a sus derechos. A la vez, hemos de pedir
para la familia, célula básica de la sociedad, el respeto y el apoyo
económico, social, político y mediático que en justicia se merece,
en especial en la políticas de vivienda, de conciliación entre vida
laboral y familiar o de educación. No podemos guardar silencio ante
el ataque frontal a la familia sea con la equiparación de las
uniones de personas del mismo sexo con el matrimonio, o con el
llamado ‘divorcio expres’, que acaba con la estabilidad propia del
matrimonio y desintegra la familia ¡Que como cristianos sepamos
responder a la tarea urgente de anunciar la Buena Nueva del
matrimonio y la familia!.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López
Obispo de Segorbe-Castellón
|
|