|
Fiesta de Ntra. Sra. de Altamira
+ Francisco Gil Hellín. Arzobispo de Burgos.
Parroquia de Ntra. Sra. de Altamira - Miranda de Ebro - 11
septiembre 2005
Un año más nos reunimos en torno a Nuestra Señora de Altamira para
celebrar su fiesta. Seguimos así el ejemplo de incontables
mirandeses que se han congregado en torno a esta bellísima imagen.
Ella es testigo de los momentos más significativos de nuestra vida;
unas veces grandes y otras menos, pero siempre importantes.
¡Cuántos hijos vuestros han hecho ante ella su primera comunión o
celebrado su matrimonio; cuántas madres habrán venido a sus pies
para pedir por esos mismos hijos; cuántos hombres y mujeres de
Miranda han dejado en sus manos una súplica de ayuda en la
enfermedad y en la muerte de un ser querido; cuántos le han cantado
la salve o rezado el Rosario!
Hemos hecho todo esto, porque teníamos la convicción de que Nuestra
Señora de Altamira tenía en sus manos la posibilidad de ayudarnos.
Efectivamente, todos sabíamos, y sabemos, que Ella es la Madre de
Dios y, por ello, la tesorera de todas las gracias. Algo así como la
Tesorera de una gran Caja de Ahorros espiritual. Los fondos de esta
Caja espiritual son cuantiosos, pues están formados por los méritos
infinitos de Jesucristo, ganados con su muerte en la Cruz.
Como todos sabemos, los intereses de una Caja de ahorros se
distribuyen en tres partes. Una parte sirve para pagar a los
empleados; otra parte se emplea para pagar el interés a los
impositores; lo que resta, se emplea en obras sociales. El Consejo
de Dirección es quien decide qué proyectos, qué obras o qué festejos
se beneficiarán de la parte dedicada a obras sociales; y el que da
la orden al Administrador para que pague las asignaciones
establecidas. Ninguno de los dos son los dueños de los intereses que
manejan, pero actúan como si lo fueran. Lo hacen, porque así lo han
determinado los que tienen las cuentas corrientes y las cartillas.
Nosotros sabemos –como lo sabían todos los mirandeses que nos han
precedido– que Jesucristo es el Dueño de todas las gracias, puesto
que sólo Él ha muerto y resucitado por nosotros. Pero sabemos
también que Él –como hace el Consejo de Dirección del banco– ha
puesto ese inmenso capital en las manos de María, para que Ella lo
gestione y lo distribuya. Por eso, la Virgen puede hacer infinidad
de obras sociales de tipo espiritual. Y como ella tiene un gran
corazón, basta que le expongamos nuestras necesidades para que las
remedie. Por eso, nosotros y quienes nos han precedido hemos acudido
siempre con toda confianza a Nuestra Señora de Altamira.
Más aún, los mirandeses sabemos muy bien que la Virgen no es una
simple administradora que tiene buen corazón. Sí, es eso. Pero es
mucho más. ¡Es nuestra Madre! Y ¿qué quiere una madre sino ayudar a
sus hijos, especialmente a los hijos más necesitados? Por eso nos ha
parecido siempre lo más lógico acudir a la Virgen de Altamira a
poner en sus manos nuestras necesidades, nuestras preocupaciones,
ilusiones, nuestras ilusiones y proyectos. Y LA VIRGEN DE ALTAMIRA
NUNCA DEJÓ DE PORTARSE CON NOSOTROS COMO UNA BUENA MADRE.
Tampoco ahora dejará de hacerlo si acudimos con la misma fe y
confianza. Sobre todo si acudimos para pedirle que nos enseñe a
querer a Jesucristo como Ella le quiso. Lo que más gusta a María es
que los cristianos queramos conocer y amar a Jesucristo. Porque es
su Hijo. Por tanto, si nosotros acudimos a Ella con este deseo,
podemos estar seguros de que nos atenderá con sumo gusto. Incluso si
no tenemos esos deseos, pero venimos a honrarla como fieles devotos,
los despertará. Más aún, nos llevará hasta Jesucristo para que le
conozcamos, para que le tratemos y para que le amemos.
YO OS ASEGURO QUE QUIEN ES VERDADERO DEVOTO DE LA VIRGEN DE
ALTAMIRA, tarde o temprano terminará comprendiendo que es
imprescindible leer el evangelio y comulgar con frecuencia para
conocer y amar a Jesucristo. Ella hará que entendamos que no hay
otro camino; porque en el evangelio está su Palabra y en la comunión
está Él mismo en Persona.
Más aún, la Virgen de Altamira nos hará comprender que es en la misa
del domingo donde encontramos tanto la Palabra y como el Cuerpo de
Cristo, encontramos tanto la Palabra como la Persona de Jesús. ¿No
tenemos todos esta experiencia? ¿No sabemos todos que en la misa
dominical se nos lee el evangelio y se nos da la comunión siempre
que estemos bien dispuestos para recibirla? Un cristiano que no
falta nunca a la misa del domingo terminará conociendo y amando a
Jesucristo.
Queridos hermanos: seguid amando a la VIRGEN DE ALTAMIRA. Seguid
viniendo a pedirle por vuestras necesidades. Seguid escuchando su
deseo de que vengáis todos los domingos a Misa. Seguid trasmitiendo
esta fe a las nuevas generaciones. Y vivid contentos y felices. La
Virgen de Altamira, como todas las madres, no quiere otra cosa sino
nuestro bien y nuestra felicidad. ¡Que Ella nos bendiga a todos en
el día de su fiesta!
† Francisco Gil Hellín
Arzobispo de Burgos
|
|