Ave María Purisima

+ Mons. Bosco Vivas Robelo, Obispo de León

 

1 de enero del 2002

QUERIDOS HERMANOS Y HERMANAS: Hoy, al estrenar el calendario del año 2002, que deja atrás el primer año del tercer milenio, año que será recordado posiblemente en toda la tierra por las incalificables acciones terroristas cuyas consecuencias para la humanidad son casi imposible de predecir, los católicos y personas de buena voluntad de la Diócesis de León y de Chinandega, unidos a todos los creyentes de Nicaragua y del mundo ponemos nuestra esperanza en el Amor Misericordioso de nuestro Creador y Padre Dios que con su Providencia y con su poder mantiene el universo y cuida de todas sus criaturas.

En El vivimos, nos movemos y existimos; sus ojos vigilan a las naciones de la tierra y a sus habitantes y por eso que no debemos temer al porvenir ni desalentarnos en las situaciones difíciles ya que estamos convencidos que es tan grande el amor de Dios y su Misericordia que es capaz de sacar bienes y producir la salvación aun de los males, incluso de los pecados de la humanidad.

JESUS ES EL SALVADOR

Para nosotros los cristianos católicos este amor infinito del Padre lo descubrimos, lo tocamos y lo recibimos en Cristo Jesús Señor Nuestro, Hijo de Dios e Hijo de Maria.

Cristo Jesús es la razón de la esperanza que no defrauda a nadie que le abre las puertas de su vida y de su corazón. El es quien nos da la seguridad de la victoria de nuestra fe sobre el mal y sobre la acción del maligno en el mundo. El que dijo: “Yo he vencido al mundo” y que, efectivamente así lo hizo destruyendo el pecado y la muerte en todo ser humano, es el mismo que nos acompaña a cada uno hasta el fin del mundo y nos entrega su Espíritu para que también nosotros salgamos vencedores y logremos la felicidad eterna en su casa (nuestra casa) del cielo.

MARIA MADRE DE DIOS

Puedo decir, sin temor a equivocarme, que en este primer día del año 2002, es la misma Madre de Dios, Maria Santísima, la que como a los pastores de Belén, nos presente a Jesús, el fruto bendito de su vientre y nos invita a meditar con ella ante la Palabra de Dios hecha carne y también hecha pan en la Eucaristía. Que esta meditación y oración con Maria, la Madre de Jesús, nos lleve a poner en practica la Palabra de Dios que hemos proclamado en esta Eucaristía.

La presencia reconocida, sentida y amada de la Reina y Madre de Misericordia, a quien en el año pasado tuvimos la dicha de reconocer oficialmente como Patrona de Nicaragua en el misterio de su Inmaculada Concepción, nos invita a volver la mirada hacia el lugar bendito donde Ella tiene su trono, en la ciudad del Viejo, para llenarnos de su belleza, de su pureza, de su bondad, de su humildad, de su fortaleza, de su obediencia a la Palabra de Dios, de su fe, de su amor... en fin de todas sus virtudes. Que ella junto con su Divino Hijo vuelva a nosotros su rostro y nos de su paz durante todo este año que iniciamos.

DIOS NOS AMA

Sabiendo pues, que somos amados por Dios Padre, que Jesucristo Verbo Encarnado se entrego a la muerte y resucito para nuestra Salvación, que el Espíritu Santo se nos ha dado como Abogado y Consolador y sabiendo también que, por voluntad Divina, tenemos como Madre a la misma Madre de Dios, cruzamos los umbrales del año nuevo con la humilde confianza que nos da la fe que tenemos en Aquel que nos amo primero y nos amo cuando nosotros éramos pecadores, sus enemigos. 

Esto que les he dicho no hay que olvidarlo y por eso lo repito;: el amor consiste no en que nosotros amemos a Dios, sino mas bien en que El nos amo primero. Dios ha tenido la iniciativa para amarnos y lo ha hecho gratuitamente sin algún merito nuestro.

Es como respuesta libre y agradecida a este amor que nosotros hoy hemos acompañado a Cristo Sacramentado en su recorrido por algunas de las calles de nuestra ciudad episcopal. Lo hemos hecho con mucho amor a quien nos amo primero. Podemos estar ciertos que Jesús ha visto la piedad y el amor de nuestra Iglesia Diocesana de León y Chinandega que se siente feliz de pertenecerle a El como le pertenece el cuerpo a la cabeza. 

Que El Señor Jesucristo acoja bondadosamente en su Corazón que es fuente de paz y de reconciliación a esta Iglesia que peregrina en el mundo entre las dificultades de la vida y los consuelos divinos.

CRISTO EN NUESTRA PAZ

Esos consuelos divinos de que hablo se pueden concretizar precisamente en la paz. Cristo es nuestra paz y El es el que ha venido a reconciliar a los pueblos enemigos y hacer de ellos un solo pueblo.

Es por ello que el Papa Juan Pablo II nos propone como lema para la jornada por la paz de este año 2002; La justicia y el perdón, caminos para la paz.

Para que el mundo, las familias, la patria y cada uno en particular goce de paz verdadera es necesario cumplir con la justicia, fortalecernos con el perdón, buscar la reconciliación con Dios y con el prójimo. Camino arduo pero hermoso y seguro es este que el Vicario de Cristo nos señala. Es verdad que este camino requiere esfuerzo, es en realidad el camino estrecho del que habla el evangelio y que dice que conduce a la vida eterna. 

Lo grande de esto es que Cristo mismo se compromete a acompañarnos como lo hizo con los discípulos que iban desanimados a Emaus. El nos explicara a la luz de las Escrituras leídas en su Iglesia, el sentido de todo lo que sucede en nuestra vida personal y familiar, El nos hará entrar en la comprensión de los acontecimientos que pasan en el mundo y lo que es mejor: El nos encenderá el corazón con la certeza de que todo acontece para el bien de los que Dios ama.

En la Eucaristía, Jesús se hace contemporáneo nuestro, y por lo tanto la experiencia de estar con El es real y verdadera. Incluso, por la comunión Eucarística y por la fe El vive en nosotros. Mas claro no podría habernos hablado el Señor. Señor , yo creo, aumente mi fe. 

Si de verdad queremos que Nicaragua progrese, que la Iglesia sea cada día mas fiel al Señor y que en nuestras familias haya concordia y paz, debemos oír el Mensaje del Papa para esforzarnos por cumplirlo. Es por ello que me permito meditarlo brevemente.

LA JUSTICIA

Ante la actitud de algunos que están cómodamente instalados en su egoísmo, insensibles antes las necesidades del prójimo, poseedores de bienes que en realidad no les pertenecen; ante la practica oficial de la justicia tan esclavizada por ideologías o partidarismos, nos damos cuenta de que en Nicaragua se hace indispensable poner el dedo en esta llaga tan dolorosa y peligrosa para la paz.

La justicia no consiste en hacer limosnas con espíritu de soberbia o de vanidad. La justicia es santidad. El evangelio dice que San José era un hombre justo porque daba a Dios la obediencia de la fe y trataba al prójimo con comprensión y cariño, en una palabra era un hombre Santo.

Hay que decir, por lo tanto, que sin justicia no hay verdadero amor cristiano y es por eso que deben cumplirse antes que nada las exigencias de la justicia para no dar como ayuda de caridad lo que se debe en razón de justicia. También hay que decir que todo aquello que acentué las separaciones y divisiones entre los seres humanos es una injusticia gravísima. 

No obstante todo esto, hay que agregar que la justicia solo alcanza su plenitud en el amor, ya que la fría justicia sin amor desemboca en crueldad. El amor, por su parte, implica una exigencia de justicia, es decir, el reconocimiento de la dignidad y de los derechos del prójimo 

En la civilización materialista que se extiende también en nuestro país, la justicia por si sola no es suficiente. La justicia tal como la Iglesia la proclama se realizara y se vivirá cuando se viva la verdadera caridad y cuando para lograrlo eduquemos en la familia y en la escuela y universidad y en todo ámbito humano para la instauración del reino de la justicia y del amor.

EL PERDON

El perdón es una de las señales mas ciertas del amor. No estaremos seguros si realmente amamos hasta que perdonamos. Es por ello que perdonar es la mas maravillosa forma de dar, pero es también la mas maravillosa forma de recibir el Don de la paz. Esto quiere decir que quien perdona de corazón a su hermano experimenta, después de la amargura terrible, que significa desterrar el odio y el deseo de venganza, la dulzura y la paz que el mundo no puede dar.

Si los cristianos nos persuadimos que Cristo nos ama personalmente a cada uno tal como somos realmente y que nos ama mas que nadie en este mundo nos puede amar, ese día saborearíamos la dulzura del bien en lo mas intimo de nuestro ser.

Gozar este perdón que Dios concede, sobretodo en el sacramento de la reconciliación, en la confesión bien hecha, puede llegar a ser el impulso mas fuerte para saber perdonar nosotros a los demás, y perseverar en esta actitud de humildad y comprensión para con nuestros semejantes. Lo mejor seria que este perdón y esta actitud de saber que la paciencia en el amor y en el servicio, todo lo alcanza, se iniciara a poner en practica en el hogar, con quienes nos rodean y a quienes llamamos seres queridos. 

El amor saca amor y el perdón con amor produce paz. EL amor no es antagonista de la justicia sino mas bien su aliado, su hermano. Y es por ello que decidimos que la misericordia es la mejor manera de hacer justicia y que misericordia sin justicia puede llegar a ser desorden. Perdón y justicia se complementan, quien sufre mas es el que odia. El mas feliz es el que perdona.

RECONCILIACION

La misión de Jesucristo consistió en reconciliar el cielo y la tierra. El mismo, Verbo Encarnado, es la manifestación mas sublime de esa reconciliación de Dios con el Hombre, con todo ser humano. En el seno virginal de Maria se realizo por obra y gracia del Espiritu Santo la obra de la Encarnación del Hijo del Padre. Cristo paso por el mundo, y ahora esta vivo con nosotros en la Eucaristía, ( Dios con nosotros, Emmanuel), para hacer el bien y liberar a los oprimidos por el diablo. Esta liberación lograda a tan alto costo, como, como es su Sangre, la realizó Jesús logrando así la reconciliación de los pueblos enemigos que derribando el muro del odio que los separaba, se unieron para formar un solo pueblo.

Para que esta reconciliación se realice entre nosotros los Nicaragüenses, Cristo viene en nuestra ayuda y por medio de su Iglesia nos da su perdón y paga en su propia carne lo que en justicia debíamos nosotros y dándonos sus méritos infinitos nos reconcilia con su Padre.

Prescindir de Dios en la construcción de la paz y en la reconciliación es un espejismo; es algo irrealizable, sería condenarnos a vivir en el miedo, el temor y la inseguridad.

Esta reconciliación debe completarse en lo que de nuestra parte depende con la reconciliación entre nosotros mismos y con la naturaleza en general.

El abrazo y el beso de Dios que nos reconcilia en el sacramento del perdón, es signo y a la vez gracia de la vida nueva y abundante que Cristo vino a darnos a cada uno.

MISIÓN: EVANGELIZACIÓN, CATEQUESIS 

Quiero hacer mías las palabras que Juan Pablo II dirigiera a toda la Iglesia al iniciarse el tercer milenio del Cristianismo: REMEN MAR ADENTRO!. Estas palabras se las dijo Jesús a Simón Pedro y a los demás apóstoles para animarlos en el conocimiento de su personal como Mesías y en su misión apostólica.

Iglesia peregrina en León y Chinandega: Rema mar adentro! Conoce cada vez mejor a Jesucristo y trabaja con mayor ardor en el apostolado misionero. Comprométanos, queridos hermanos y hermanas en el apostolado misionero: tomemos en serio la evangelización, la catequesis, las celebraciones litúrgicas, los actos de piedad popular, la acción caritativa, la educación católica, el servicio y la misericordia para con los pobres, los enfermos, los niños, los ancianos, los privados de libertad, los alejados de la Iglesia, los pecadores; en una palabra, comprometámonos a vivir con alegría las bienaventuranzas evangélicas.

EXHORTACION PASTORAL 

Esta invitación la hago a todos los hijos e hijas de la Iglesia particular que peregrina en León y Chinandega: A los queridos Sacerdotes y Diáconos, a los religiosos y Religiosas, a los jóvenes, a los adultos solteros y casados incluso a los niños y a los enfermos, a los ancianos y a quiénes consciente de su pequeñez piensan que no tiene capacidad misionera o evangelizadora. A todos les digo que no debemos olvidar que fue precisamente lo débil del mundo lo que escogió el Señor para realizar su obra, para que así quede claro que quien actúa y salva es El y queden así confundidos los soberbios y orgullosos del mundo.

A la familia quiero dirigirme particularmente para decirle: REMA MAR ADENTRO! No tengas miedo. El Señor que les ha unido en un solo hogar sabrá ayudar a los esposos y a sus hijos y demás familiares para que no se apague la mecha del amor que aun humea ni se quiebre la caña del respeto y de la confianza que esta por romperse. El Señor que hizo su primer signo milagroso a favor de una familia recién fundada, hará igualmente signos amorosos (verdaderos milagros), para que no falte lo necesario para la vida, lo indispensable para el sustento; el que viste las flores del campo y alimenta a las aves que vuelan en el cielo sabe lo que necesita una familia. Más todavía: El, que quiso formar parte de una familia humana, sabe por experiencia lo que ha de menester una familia para vivir unida y conservar la concordia en las alegrías y las penas.

A trabajar pues, todos y todas en la apasionante misión que Cristo nos ha ordenado. Todo Cristiano, bautizado y confirmado tiene la obligación de trabajar por la formación del mundo, liberándolo del egoísmo, de la violencia, del odio y de todo aquello que separa entre si a los seres humanos y a estos con Dios.

El anticristo está actuando en el mundo y esta actuando cerca de nosotros. Sepamos descubrir al adversario de Cristo y enemigo nuestro, en quien nos coloca trampas para apartarnos del Señor; en quien nos ofrece placeres o bienes materiales por caminos ilícitos, en quien nos promete hacernos felices en esta vida rechazando la cruz del servicio y de la caridad.

Como quisiera en este momento que mis palabras lleguen a todos los hijos e hijas encomendados a mi cuidado pastoral, para alertarlos en contra de la acción del demonio que bajo cualquier disfraz (a Adán y Eva los engañó bajo la apariencia de serpiente), bajo cualquier disfraz, repito les querrá apartar de los mandamientos divinos; los querrá hacer entrar o permanecer en los vicios, en la drogadicción, el alcoholismo, en la violencia, en el odio y los deseos de venganza.

En nombre de Cristo les digo y pueden creerme: con Cristo, con su gracia, es posible salir vencedores en las tentaciones; se pueden romper, las cadenas mediante la oración confiada y perseverante y con la mortificación, que aunque no goce de popularidad actualmente, no deja de ser un medio poderoso señalado por el mismo Jesucristo.

La Virgen María cumpliendo con el encargo que el hizo su hijo desde la Cruz de cuidarnos como Madre, no deja de acompañarnos y de poner su valioso socorro a favor nuestro para que no nos apartemos del Señor o para tener el coraje de levantarnos y volver a caminar por el camino del bien con mayor humildad y confianza.

Liberados del poder del maligno y en la gracia de Cristo estaremos en capacidad de trabajar con mayor entusiasmo y con el fervor de los Santos en las cosas del Señor.

Tenemos los medios para que la vocación a la santidad que es una llamada cierta que Dios hace a todos nosotros sea una exultante realidad en la Iglesia. Además de la oración y de la mortificación, están al alcance de nuestra necesidad las fuentes sacramentales de la Confesión y de la Comunión que nos harán fuertes contra el pecado y nos conseguirán la decidida voluntad para evitar las ocasiones de pecar y una vez conseguida la victoria permanecer en el bien y en la amistad con Dios.

CONCLUSIÓN

En el transcurso de esta año 2002 vamos a afianzar los logros conseguidos en el ejercicio misionero y en la catequesis; priorizaremos efectivamente con mayor énfasis si cabe, la pastoral familiar en todas las parroquias.

Este tiempo de gracia que iniciamos hoy con la bendición divina y bajo la mirada maternal de la Madre de la Iglesia uniremos esfuerzos para lograr que Cristo sea más conocido y ardientemente amado por medio de una catequesis a todos los niveles, en las Parroquias, en los Colegios y centros católicos sin olvidar naturalmente el lugar donde se inicia la catequesis que es la familia.

Hago un llamado de amor (la caridad de Cristo nos urge) a aquellos que han abandonado la Iglesia Católica para que retornen al hogar eclesial. Su lugar está preparado para que vuelvan a ocuparlo. A los que están separados del amor de Dios por el pecado les digo en nombre de Cristo, que vino a salvar lo que estaba perdido, que no agreguen a los pecados ya cometidos el pecado de la desconfianza en el perdón divino y el terrible pecado de la desesperación.

No hay razones para desanimarse ante las debilidades nuestras, ni para cerrar todo arreglo a los problemas mediante la desesperación ya que sabemos que el Padre del que nos habló Jesucristo, al cual El conoce perfectamente porque con El vive desde la eternidad, es rico en misericordia, lento a la cólera y rápido en perdonar.

Para terminar quiero recordar una vez más a la Madre para agradecerle todo lo que hace por nuestra Diócesis, por Nicaragua y por todo el mundo. Este año se cumplirá el veinte aniversario de la consagración de Nicaragua al Corazón Inmaculado de María, podría decir que este año por lo tanto debe considerarse también un Año especialmente Mariano para nosotros. Que no falten homenajes de amor filial, que renueven esta consagración o pertenencia a la Santa Madre del Señor en las familias, en las Parroquias y en todo centro o institución católica.

Un recuerdo muy especial a nuestra Radio Magnificat que hace posible día tras día que el Mensaje de Salvación llegue hasta los más remotos lugares de la Diócesis y es por tanto un Púlpito Privilegiado que nos permite mantenernos en comunión afectiva y efectiva en nuestra Iglesia Diocesana. Que Dios nos de la gracia de poder mantener este medio de comunicación eclesial. Que el Señor bendiga igualmente a los medios de comunicación social que colaboran con la Iglesia en la transmisión del Evangelio y que con su trabajo serio, objetivo y ético cooperan al bien común de la nación.

Que la paz de Cristo reine en nuestros corazones. Que la Madre de Dios y nuestra y San José rueguen por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte. AMEN.