Mensaje de Navidad

+Monseñor Bosco M. Vivas Robelo, Obispo de León

 

24 de diciembre de 1998

"Y por obra del Espíritu Santo se encarnó en el seno de la Virgen María y se hizo hombre" 

A LOS SEÑORES PARROCOS, SACERDOTES, DIACONOS, RELIGIOSOS, RELIGIOSAS, FIELES DE NUESTRA DIOCESIS DE LEON Y CHINANDEGA, HOMBRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD. 

Hermanos y hermanas: 

La venida al mundo del Verbo hecho Carne, Jesucristo, es para la Iglesia motivo de esperanza y de gozo espiritual. En efecto, la Encarnación del Hijo de Dios es el comienzo y la primicia de la Redención de la humanidad. Entrando al mundo puede decir Jesucristo a su Padre con toda verdad: "No quisiste sacrificios no obligaciones, pero me has preparado un cuerpo... Aquí estoy, Oh Padre, para hacer tu voluntad" (Cf. Heb. 10,5.7; 39,7-9). 

De esta manera Aquel que puede nacer como verdadero hombre en Belén, puede morir después como verdadero hombre en el monte Calvario. Y tanto en su nacimiento como en su muerte no deja de ser "Dios bendito por los siglos" (cfr. Rom. 9,5). 

Misterio grande y sublime es este misterio, de la Encarnación y Nacimiento según la carne del Verbo Eterno, cuya comprensión no alcanza ciertamente la debilidad de nuestra mente, incapaz como es de entender las razones de la actuación de Dios. "Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo para que el mundo se salve por medio de El" (Jn. 3,16-17). Y esto no hay que olvidarlo nunca y menos aún en los días de Navidad: Jesucristo es nuestro Salvador, El ha venido " Para salvar a su Pueblo de sus pecados" ( Mt. 1,21). 

Cristo, naciendo de María y muriendo en presencia de su madre en la cruz es el signo más grande del amor de Dios para nosotros y es la revelación definitiva de su misericordia. 

De este amor y de esta misericordia tenemos necesidad los nicaragüenses y especialmente los leoneses y chinandeganos, tan golpeados y abatidos por la pobreza y por lo embates de la naturaleza, el último de los cuales fue el huracán Mitch. 

Confío que este Mensaje tenga como fruto la conversión de todos, conversión , que es don de la misericordia de Dios pero que también nos pide un acto de nuestra voluntad, que libremente, bajo la acción del Espíritu Santo, acepta el don, responde al amor y entra de nuevo en la amistad con el Señor Jesucristo. 

I.- NUESTRAS NECESIDADES. 

Creo que si algo que Nicaragua y nuestra región accidental necesitan urgentemente es un mayor conocimiento de Dios y de sus enseñanzas, mayor espíritu de solidaridad entre los nicaragüenses y más armonía y paz en los hogares y en las familias.

a) Olvido de Dios, ignorancia religiosa. 

"Esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, Padre, único Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo" (Jn. 17,3). " El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todo y les recordará todo lo que yo le he dicho " (Jn. 14,26). 

El olvido de Dios y de su doctrina nos va conduciendo a vivir con la equivocación de creer que la felicidad está en dar satisfacción a las apetencias desordenadas de la carne, del sexo; a la concupiscencia de los bienes maternales y terrenos (cf. 1 Jn. 2,16). 

Y si todo conduce a quienes han conocido la palabra de Dios a quedarse sin fruto de buenas obras (cfr. Mc. 4,13-19), podemos imaginar la infecundidad espiritual de quienes no han conocido el mensaje evangélico. 

Los crímenes, secuestros y la violencia y la corrupción moral son llamadas de alerta para que no nos durmamos con el sueño de la pasividad, del desaliento y del pesimismo, sino más bien nos dispongamos a buscar cómo fortalecer nuestro ánimo para el trabajo honrado, para la Misión de nuestra vida y sobre todo para acercarnos con humildad y fe a la palabra de Dios y a los sacramentos de la confesión y de la comunión. 

b) Egoísmo e insensibilidad social. 

El egoísmos y la insensibilidad del corazón ante las necesidades del prójimo son las causas de las injusticias sociales y económicas en el mundo y también, por lo tanto, en nuestra patria. 

Mientras algunos, pocos en comparación del total de los nicaragüenses, ven acrecentarse sus riquezas, muchísimos, que son la mayoría, tienen que pasar hambre y necesidades. 

Esta situación tan dura y compleja en sus soluciones, tiene que ser superada con la buena voluntad de todos, sin odios ni rencores, pero con sincera decisiones de buscar el reino de Dios y su justicia, en el gobierno, en el comercio, en la información, en la vida diaria. Quien tiene más poder o bienes en este mundo debe estar consciente que "a quien más se le da, más se le exige" y que, por lo que tanto, la cuenta que deberá rendir ante Dios será más estrecha. 

No es posible que al decir que amamos a Dios digamos la verdad si no amamos a nuestros prójimos en los cuales vive misteriosamente Jesús (cfr. Mt. 25). 

Navidad es tiempo propicio para servir realmente a Cristo en los pobres, en los enfermos, los presos, los niños y los ancianos. "Lo que hagan con cada una de estas personas, lo hacen conmigo ", dice el Señor (cfr. Mt. 25,40). 

c) Familia enferma. 

Entre los caminos más seguros para encontrar a Jesucristo y servirle está la familia; en realidad "la familia es el camino más importante y el primer, dice el Papa Juan Pablo II, un camino del cual no puede alejarse el ser humano" (carta a la Familia, 2, del 2 de Feb. de 1994). 

Es a través de una familia que el Hijo de Dios entró en la historia humana y en una familia transcurrió gran parte de su vida en Nazaret (cfr. Lc. 2,15). 


El misterio de la Encarnación del Verbo está, pues, en estrecha relación con la familia humana y es por eso que la Iglesia considera el servicio a la familia como una de sus tareas esenciales (cfr. Juan Pablo II, id). 

Precisamente por todo esto es que la desintegración familiar, la violencia doméstica, el divorcio y el terrible aborto, son hechos y situaciones dolorosísimas que deben preocuparnos a todos y deben motivarnos para que podamos superarlos aún a costa de sacrificios y con mucha oración y confianza en Jesús, María y José. 

II.- JESUS, FUENTE DE GRACIAS. 

Lo que les voy a decir es algo que ustedes ya conocen y que seguramente ustedes han meditado mucho. Sin embargo siento necesidad en anunciarles esta noticia que es de importancia fundamental y es inagotable en su contenido: Necesitamos a Jesucristo. El es el camino, la verdad y la vida (Jn. 14,6). El es el "Dios con nosotros, el Emmanuel" (Mt. 1,23). 

Esta Buena Nueva tiene que ser escuchada por los creyentes y por los no creyentes, por los profesionales, por los obreros y los campesinos, por los pobre y por los ricos, por los maestros, periodistas, por los enfermos de cuerpo y alma, es decir, por los pecadores, en fin, por todos: todos lo podemos con Cristo que nos conforta (cfr. Fil. 4,13). 

a) Instrucción religiosa y Catequesis. 

Habiendo celebrado en nuestra Diócesis un Congreso Catequístico y conscientes de la necesidad que tenemos de fomentar la catequesis y de fortalecerla en nuestras Parroquias, en los Grupos de Apostolado y en los hogares, no me queda sino animarles a proseguir por este camino, ya que es medio de la catequesis, que pondremos la bases sólidas de vida cristiana en los hogares y en la comunidades parroquiales, todo lo cual redundará en beneficio y desarrollo para nuestra región occidental y para el país. 

Ahora bien, este conocimiento de Cristo del que hablo (y que es el que la Iglesia desea de sus hijos), es un conocimiento vital, de corazón a corazón, hasta lograr "tener los mismos sentimientos de Jesucristo" (cfr. Fil. 4,2) e incluso hacer que "Cristo sea nuestra vida" (cfr. Col. 3,4). 

Será el Espíritu Santo y María Santísima, a quienes debemos amar e invocar incesantamente en estos días de Navidad, y siempre, quienes nos guiarán hacia el Señor y quienes nos enseñarán a amarlo y a vivir de su vida. 

El día en que los católicos vivamos nuestra fe, las cosas comenzarán a cambiar ya que se estarán poniendo las condiciones para que la transformación y la reconstrucción de Nicaragua sean realidades. 

b) Solidaridad y misericordia. 

El Sí dado por la Virgen María a la solicitud que Dios le hizo por medio del Angel Gabriel, abrió las puertas del cielo para que bajara el Verbo de Dios y a la vez, ese Sí también dispuso en este mundo y en la humanidad un sitio adecuado y digno para que en el pusiese su habitación el mismo Hijo de Dios. 

De esta manera, la Virgen María manifestó su inquebrantable fe en la palabra de Dios ( "Bendita tú que has creído" (Lc. 1,45) y mostró su maternal solicitud y solidaridad con la humanidad de la cual ella forma parte y de la cual también es la honra y el orgullo. 

A imitación de la Virgen María y con su socorro tenemos que actuar en nuestra vida cotidiana de intereses personales y de intenciones mezquinas y egoístas, para "vencer el mal con el bien" (Rom, 12, 21), y para que las en las enfermedades sociales sean sanadas y los pecados personales nos sean perdonados. De ese modo veremos todos la salvación que Dios quiere dar a los nicaragüenses en esta Navidad. 

Nos ayudarán a conseguir estos objetivos, la práctica de la caridad apoyando a las obras sociales en beneficio de los niños pobres, de los ancianos; las visitas confortadoras a los enfermos y a los prisioneros, el esfuerzo desde los puestos de trabajo en el campo y en la ciudades para realizar todo con amor y con respeto a los demás ... y quienes tienen poder político o económico haciendo con responsabilidad lo que tienen que hacer poniendo los medios y haciendo proyectos con la intención de mejorar la situación de los más pobres y de poner a sus servicios la educación, la salud, la cultura y la distracción sana. 

c) La Familia: Prioridad Pastoral. 

En muchísima ocasiones les he hablado y escrito acerca de la urgente necesidad que tenemos en la Diócesis de trabajar por la Santificación de la familia. 

Son mucho y graves los obstáculos que hay que superar para conseguir este prioritario objetivo pastoral. 

Hay que enfrentar con el poder de la gracia de Dios, de la Palabra Santa y de la oración perseverante y confiada, así como también con la catequesis, la predicación y con el testimonio, los errores y horrores que s propalan acerca de la familia y de la educación de los hijos. Hay quienes con la falacia de que la naturaleza humana es inocente y perfecta por sí misma abogan para que se deje a los niños y a los jóvenes sin corrección dejándose llevar por sus instintos y sus tendencias; el problema se convierte en tragedia cuando los hijos sin corrección en el hogar y sin la orientación que requiere su edad, son inducidos hacia el mal, que generalmente presentan las novelas, las telenovelas y la propaganda comercial y ciertamente las publicaciones pornográficas enaltecedoras de la violencia. 

Hay quienes llamándose pedagogos o maestros o consejeros enseñan a los niños a los jóvenes a conocer experimentalmente todo lo que le ofrece la vida y el mundo, aún aquello que para el cristiano es pecado. Quienes inducen a otros, con la excusa de orientarles y prepararles para la vida, a verlo todo, probarlo todo, hacer la experiencia y madurez humana, merecen que se le apliqué las palabras de Cristo: "más les valiera atarles al cuello una rueda de molino" (cfr. Mt. 18,6). 

Sacerdotes, maestros, catequistas de la Palabra de Dios, agentes de pastoral y sobre todo Padre de familia debemos unirnos para darle a Cristo en su Navidad el regalo de una familia renovada y fuerte por la unidad y el amor. 

Los Gobiernos Nacionales y Municipales tienen la obligación de colaborar para la consecusión de este objetivo promoviendo leyes que consigan el bien y la estabilidad familiar e impidiendo todo lo que lesione al matrimonio, a la educación de los niños y a la integración familiar. 

Los medios de comunicación social debe apoyar y promover todo lo que beneficie la familia y a la educación de la juventud y la infancia. 

III.- CONCLUSION. 

Para terminar este Mensaje, quiero dirigirme especialmente a quienes se vieron más afectados por el reciente huracán que causó tanto dolor y muerte en nuestra región de occidente, en nuestra Diócesis de León y de Chinandega. 

La Navidad es fiesta de comunión. Comunión con los seres queridos que han muerto viven en Cristo y comunión con los que nos rodean su Madre junto a nosotros. 

Que en la Noche Santa y en los días de Navidad se rece especialmente por nuestros difuntos y ante el Niño de Belén y ante su Madre Virginal nos comprometamos a ser consecuentes con nuestra fe, alentar la esperanza de tiempos mejores y ejercitar la caridad con obras que beneficien a nuestros prójimos. 

Que María Santísima que no es un ser extraño y lejano de nosotros, sino que es nuestra Madre, nos consiga de Cristo, la fuerza y la gracia que nos permitan trabajar, sufrir y alegrarnos en la construcción de la nueva Nicaragua. 

León, Nicaragua, 24 de diciembre de 1998. 

+ MONS. CESAR BOSCO VIVAS ROBELO 
OBISPO DE LEON 

Fuente: Conferencia Episcopal de Nicaragua