En la escuela de Maria. Mujer Eucarística

+ Fernando Chávez Ruvalcaba, Obispo de Zacatecas, México

 

1.- INTRODUCCIÓN.

En nuestras Reuniones anteriores hemos estado conociendo, estudiando y reflexionando, en los contenidos doctrinales de la Carta Encíclica del Papa actual,”Ecclesia de Eucaristía”. Nos resta asimilar el Capítulo VI de este documento que tiene como título: “En la Escuela de María, Mujer Eucarística”y presentar de manera sintética la Conclusión.

Pidamos al Señor que nos haga descubrir la figura de su Madre como “Mujer Eucarística” para que con ella nos entusiasmemos para apreciar y vivir mejor el Misterio Eucarístico. Este Capítulo consta de seis números: del 53 – 58.

2.- EN LA ESCUELA DE MARIA, MUJER EUCARISTICA.

n. 53.- EL Papa Nos invita a profundizar en la riqueza de la relación que une íntimamente a la Iglesia y a la Eucaristía. En esta relación no podemos olvidar a María. Ya en la Encíclica Rosarium Virginis Mariae, el Sumo Pontífice nos ha descubierto la figura de María como Maestra en la contemplación del rostro de Cristo. María puede guiarnos efectivamente hacia el Santísimo Sacramento del cual, sin lugar a dudas ha sido eminentemente contemplativa.

Es cierto, que con una primera mirada al Evangelio vemos que no trata de este tema. En los relatos de la Institución de la Eucaristía no se hace alusión de María. Sin embargo sabemos que ella estaba con los Apóstoles en la oración comunitaria. Sin duda que ella estuvo presente en las celebraciones eucarísticas de la primera comunidad y generación de la Iglesia. Los fieles eran asiduos “en la fracción del pan” (Hech 2, 42). 

Además de esa participación de María en el Banquete eucarístico, se puede delinear la relación de María con la Eucaristía a partir de su actitud interior. María es “Mujer Eucarística” con toda su vida. Por eso al imitar a María, con ella somos adoctrinados para penetrar más a fondo en la relación con este santísimo Misterio.

n. 54.- María con su ejemplo puede ser apoyo y guía para que con fe iluminada, nos abandonemos a la palabra de Dios. Cuando Jesús ordena a sus discípulos que hagan su “memorial”, nos acordamos inmediatamente de la escena en las Bodas de Caná de Galilea, cuando María, pide sin titubeos: “Hagan lo que El les diga”.Descubrimos con ella, que su Hijo hecho hombre en su seno virginal, puede también transformar el pan y el vino, en su propio cuerpo y en su propia sangre, entregándonos de esta manera su Pascua viva como bebida y alimento en orden a nuestra salvación temporal y eterna.

n. 55.- En cierto sentido, María ha practicado su fe eucarística antes de la misma Institución de ella, por el hecho de haberse realizado en su seno purísimo y virginal la Encarnación del Hijo de Dios. La Eucaristía, mientras remite a la pasión, a la muerte y a la resurrección, sigue la línea de la Encarnación, sin la cual no se realizaría la entrega y la vida de Jesús. Y así como María recibió en su seno a Jesús con su cuerpo, su sangre y divinidad, semejantemente los creyentes lo reciben al comulgar con su cuerpo, su sangre y divinidad de Hijo de Dios. De aquí se desprende también la semejanza del “fiat” de María con el “Amén” de los creyentes al recibir a Jesús sacramentado. Así como en la Encarnación Jesús se hizo totalmente presente como Dios y como hombre, de manera semejante Jesús se hace presente con todo su ser humano-divino en las especies del pan y del vino que los creyentes reciben al comulgar.

La fe eucarística de la Iglesia queda como fruto de la Encarnación , cuando Isabel se goza con la presencia de María que la visita:”Dichosa tú que has creído”, le dice Isabel a María. Ella en ese momento ya era el “Tabernáculo” de Dios al llevar a Jesús en sus entrañas y María al estrechar en sus brazos a Jesús recién nacido, lo contempla llena de ternura y amor. Esto acontece a ejemplo de María con cada creyente que estrecha en su corazón a Jesús eucarístico en los momentos de la comunión en la Santa Misa.

n. 56.- La dimensión sacrificial de la Eucaristía se ha hecho presente y activa a lo largo de la vida de María unida estrechamente a su Hijo hecho hombre en ella por obra y gracia del Espíritu Santo. María realiza una “comunión espiritual” con Jesús, cuando le es anunciada su pasión en la cual ella estaría al pié de la cruz con todo el dolor de su alma y de su cuerpo (profecía de Simeón).

Con deseo y ofrecimiento que culminan con toda la Pascua de Jesús, ella ha quedado vinculada a todo el Misterio de la Pasión que toma un momento importantísimo en la Ultima Cena en la cual Jesús, instituyó su Eucaristía sacrificial.

El Papa se imagina y no sin razón, los sentimientos y emociones de María, cuando ella escuchaba las palabras del “Memorial” eucarístico, ella volvía a contemplar a su Hijo hecho hombre, cuyo corazón latió al unísono con el suyo y así se unía de nuevo a su querido Hijo que pronto la llevaría en cuerpo y alma a la Gloria celeste.

n. 57.- “Haced esto en Memorial mío” (Lc 22, 19 ), nos manda Jesús hacer. En este Memorial de la Ultima Cena y del Calvario está presente toda su Pascua de muerte y resurrección. A María en la cumbre de este Misterio le entrega a Juan que nos representa para ser tomados como hijos adoptivos de María por especial mandato del Señor en la agonía de su oblación en la Cruz. De esta manera, en cada Eucaristía se realiza esta maternidad espiritual de María para con todos los creyentes de su Hijo, sin acepción de personas. Así como Iglesia y Eucaristía están entrelazadas, así María y la Eucaristía: por eso la Iglesia desde hace siglos la contempla y la imita en las celebraciones eucarísticas, invocando su intercesión materna, su amor y piedad para con todos los hombres redimidos con el Sacrificio de su Hijo que se “hace memorial de muerte y resurrección” en el ara del Calvario y en el ara de nuestros altares y de nuestros corazones. Y todo esto en la tradición litúrgica de Oriente y Occidente. 

n. 58.- La fe de María expresada en su Magnificat con perspectiva eucarística, adora y da gracias a Dios por el beneficio de la Encarnación que libera a los hombres del pecado y de la muerte eterna. María con su Canto adelanta el “cielo nuevo” y “la nueva tierra” que escatológicamente se adelantan en la Eucaristía. En el Magnificat se revela toda la espiritualidad eucarística de María y esto indudablemente ayuda a los cristianos a vivir con esta espiritualidad instaurada por María en la contemplación y en la exultación a Dios por las maravillas que opera a favor de los redimidos: “¡La Eucaristía se nos ha dado para que nuestra vida sea, como la de María, toda ella un Magnificat!”...

De esta manera concluye el Papa su famosa Encíclica “Ecclesia de Eucaristía”.

Nota: se puede terminar el estudio, la reflexión y la asimilación doctrinal y espiritual de esta Carta Encíclica, leyendo detenidamente su Conclusión, que abarca los nn. 59 – 62.