Vida terrena de Maria

SS. Juan Pablo II

 

Audiencia. 25 de Junio 1997

Queridos hermanos y hermanas:

Sobre el final de la vida terrena de María el Concilio Vaticano II dice: "La Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo" (LG, 59). La Revelación presenta la muerte como castigo del pecado. Sin embargo el hecho de que la Iglesia proclame a María liberada del pecado original no lleva a concluir que ella recibiera también la inmortalidad corporal. La Madre no es superior a su Hijo, que asumió la muerte, dándole un nuevo significado y transformándola en instrumento de salvación.

Dice san Severo de Antioquía: "Sin una muerte previa, ¿cómo podría tener lugar la resurrección? El Nuevo Testamento no habla de la muerte de María, lo cual hace pensar que acaeció de modo natural, de lo contrario su noticia habría llegado hasta nosotros. Por eso san Francisco de Sales habla de la muerte de María como de un morir "en el amor, a causa del amor y por amor", afirmando que murió de amor por su hijo Jesús.

Se puede decir que el paso de esta a la otra vida fue para María como una "dormición". Muchos Padres de la Iglesia presentan la muerte de María como un acto de amor que la llevó hasta su divino Hijo para compartir con él la vida inmortal. Así ella puede ejercer mejor su maternidad espiritual con quienes llegan a la hora suprema de la vida.