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La
Asunción de María
Padre
Saunders
La
que sigue es una carta de P. Saunders, párroco de "Reina de los
Apostóles" y presidente del Instituto de Notre Dame, ambos de
Alexandria, EEUU. La misma responde algunas cuestiones acerca del paso
de María de esta vida a la celestial.
Algunos sostienen que murió, otros opinan que su cuerpo y su alma
fueron asumidos, llevados al Cielo sin pasar por la muerte. Nosotros
sabemos que Ella le dijo a los videntes que fue llevada al Cielo sin
pasar por la muerte.
El Papa Pío XII, dirigiéndose a una exultante multitud de más de
medio millón de personas que llenaban la Plaza San Pedro, solemnemente
definió el 1° de Noviembre de 1950 en Munificentissimus Deus que: la
"Inmaculada Madre de Dios, la siempre Virgen María, habiendo
cumplido el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la
gloria celestial".
Aunque la definición solemne pudo haber estado en el centro del siglo
XX, la creencia en la Asunción de Nuestra Madre Santísima es un
ejemplo de la dinámica de la revelación y de la comprensión de la
Iglesia que, guiada por el Espíritu Santo, hace de ella.
María fue libre de todo pecado, incluyendo el pecado original, por una
gracia especial de Dios Altísimo. El Arcángel Gabriel la reconoció
como “llena de gracia”.
María había sido elegida para ser la Madre de nuestro Salvador. Por el
poder del Espíritu Santo “la Palabra se hizo carne y habitó entre
nosotros".
María siempre presentó a Nuestro Señor a los otros: a Isabel y a su
hijo, Juan el Bautista, que dio un brinco de gozo en el seno de su madre
ante la presencia del Señor estando también él en el seno de la suya;
a los sencillos pastores así como a los sabios Magos; a las personas de
Caná, cuando Nuestro Señor respondió al deseo de su Madre y obró su
primer milagro.
María permaneció al pie de la Cruz con su Hijo, sosteniéndolo y
compartiendo sus sufrimientos con su amor como sólo una madre podría
hacerlo. Finalmente, estuvo con los Apóstoles en Pentecostés, cuando
el Espíritu Santo descendió y la Iglesia que había nacido en el Gólgota
se hizo viva.
María fue la sierva fiel de Dios que íntimamente vivió el nacimiento,
vida, muerte y resurrección de Nuestro Señor.
Por todas estas razones creemos nosotros que las promesas que Nuestro Señor
nos ha dado a cada uno de compartir la vida eterna, incluyendo la
resurrección de los cuerpos, fueron realizadas en María. Dado que María
era libre del pecado original y de sus efectos (uno de los cuales es la
corrupción del cuerpo en la muerte), que Ella compartió íntimamente
la vida del Señor y su Pasión, muerte y Resurrección, y dado que
estuvo presente en Pentecostés, esta discípula modelo con toda
propiedad compartió la resurrección corporal y la glorificación del
Señor al final de su vida (Nótese que la definición solemne no
especifica si María físicamente murió antes de ser asumida o si
simplemente fue asumida, sólo dice: “María, habiendo cumplido el
curso de su vida terrenal...")
El Catecismo de la Iglesia Católica, citando la liturgia bizantina,
dice:
“La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación
singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la
resurrección de los demás cristianos:
En el parto te conservaste Virgen, en tu tránsito no desamparaste al
mundo, oh Madre de Dios. Te trasladaste a la vida porque eres Madre de
la Vida, y con tu intercesión salvas de la muerte nuestras almas"
(Liturgia, No. 966). Los cristianos orientales hablan de Dormición de
la Virgen.
La creencia en la Asunción de la Virgen es de larga data en nuestra
Iglesia. Debemos recordar que la Iglesia primitiva estaba preocupada en
resolver cuestiones relativas a la persona de Cristo, particularmente su
Encarnación y la unión hipostática (la unión en una sola persona de
las dos naturalezas: la divina y la humana). Sin embargo, respondiendo a
esas cuestiones, la Iglesia gradualmente fue definiendo los títulos de
María, como Madre de Dios y como nueva Eva, y la creencia en la
Inmaculada Concepción, todas las cuales forman la base para la Asunción.
Fuente:
mensajerosdelareinadelapaz.org
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