Asunción de Maria

Padre Juan Alarcón Cámara S.J.

 

La Biblia es testigo de que Dios nos habla en el sufrimiento de los más débiles: en la sangre de Abel, víctima de la envidia de Caín; en la opresión con que los egipcios tiranizan a los hebreos; en la violencia que infligen los poderosos a los sencillos; en el desamparo que sufren los huérfanos, las viudas y los extranjeros. 

María escucha la palabra de Dios en el estado prematernal de su prima Isabel, embarazada de seis meses, que necesita de su ayuda. Y, de prisa, se pone en camino, para atenderla y cuidarla; María ve el apuro de los novios de Caná, porque les está faltando el vino, y acude rápida a su Hijo para remediar aquella carencia; María sabe que Jesús está muriendo en el Gólgota, y allí acude para estar a su lado; María ve a los apóstoles desolados por la ausencia de Jesús, y se coloca junto a ellos para alentarlos.

Karl Rahner dice: "El hombre es el ser que en su historia debe prestar oído a la revelación histórica de Dios, posiblemente efectuada en forma de palabra humana". María es oyente de la palabra de su Hijo que nos habla en el sufrimiento de los más débiles y hace lo posible por aliviarlos. Y Jesús alaba y confirma esta actitud de María con las siguientes palabras: "¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen!". "Lo que hagáis con los más pequeños, conmigo lo hacéis".

Podemos sacar una enseñanza de este dogma de la Asunción de María. Y es que María, y la Iglesia que peregrina, están prestando un servicio. El servicio a la sociedad cobra actualidad, cuando se necesitan tantos brazos porque la mies es mucha y los obreros son pocos.

El Papa Pablo VI llegó a las Naciones Unidas y en medio de aquella asamblea de hombres de grandes potencias del mundo, les dice: "Ustedes que en esta sala están acostumbrados a resolver grandes problemas, yo no les traigo más que una súplica: que me den el permiso de servirles. La Iglesia está en medio de los pueblos que ustedes representan como una servidora". Esta es la Iglesia: una servidora ¿Y en qué manera sirve? Sirve como María está sirviendo a la humanidad, porque María y la Iglesia no se pueden separar. 

¿Cómo sirve María? En primer lugar, indicándoles a los hombres su destino eterno y por eso se aferra con tanto empeño en defender la dignidad, la libertad, los derechos del hombre, porque sabe que ese hombre no debe ser un juguete de la tierra, sino que está destinado como María al reino de los cielos, que es un hijo de Dios que peregrina en esta tierra pero que su destino no es esta tierra. 

En este día este es el mensaje de la Iglesia al mundo: presentar a una Virgen, un cuerpo de mujer subiendo al cielo en la belleza de una feminidad consumada por la belleza de Dios, para decirles a todas las mujeres y a todos los hombres el alto destino del cuerpo humano. 

María se inclina sobre la esperanza de los hombres, para decirles que su esperanza es cierta. Si ella, hija de esta tierra, ha sido asumida por Dios y colocada en un trono en el cielo, es posible que toda carne humana también viva esa esperanza. Que estén firmes en sus propósitos, que en medio de las persecuciones no se desanimen. 

Esta es una esperanza cierta que la Iglesia transmite, porque María se la trasmite a la Iglesia. Y María y la Iglesia saben que esa esperanza viene de la redención de Cristo, porque María no ha subido al cielo por sus propios méritos, como la Iglesia tampoco trabaja por sus propias fuerzas. Es que tanto la Iglesia como María no son más que los instrumentos, los reflejos bellísimos, de la redención de Cristo.