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Servicialidad de la Virgen
Padre Antonio García Moreno
1.-
"Mientras tanto la mujer escapaba al desierto" (Ap 12, 6) El cielo de la
noche se llena de luces, su densa oscuridad tachonada de estrellas se
rompe, como un velo que se desgarra, y deja ver cuando antes ocultaba.
Es esta una de las más grandiosas visiones del vidente de Patmos. En
ella aparecen dos figuras, a cual más sorprendente y grandiosa, una la
mujer revestida de sol y coronada de estrellas, la otra un enorme dragón
rojo que barre el cielo arrojando a la tierra el tercio de cuantas
estrellas hay en el firmamento.
Una batalla desigual se entabla, el terrible Dragón rojo de las siete
cabezas coronadas contra la bella Mujer embarazada, que se yergue
rutilante como el so, en pié sobre la luna. Símbolos y realidades, el
Bien y el Mal en una lucha cósmica que conmueve los cimientos del Orbe.
El Dragón está al acecho, dispuesto a devorar al niño que estaba a punto
de nacer. Pero cuando nace el varón que dominaría a todas las naciones,
es arrebatado y llevado hasta el trono de Dios. Y la Mujer huye al
desierto. En definitiva, tarde o temprano, es triunfo es del Bien.
Seguro.
2.- "El último enemigo aniquilado será la muerte" (1 Co 15, 26) La lucha
está entablada aún. El enemigo sigue al acecho, ataca en cuanto le damos
ocasión para ello. El pecado domina todavía al hombre. Y con el pecado
la muerte. Nuestras calles siguen transitadas por los cortejos fúnebres,
unos ostentosos y otros modestos, pero siempre con el aire tétrico y el
llanto en los rostros. La guerra que siembra los campos de cadáveres y
hace flotar en las aguas el extraño bulto de los cuerpos muertos. La
enfermedad persistente, incurable a veces, el dolor irresistible.
Pero en medio de las tinieblas, una luz está encendida. En medio de la
muerte se alza el triunfo de la vida, en la selva del pecado se abren
flores de inocencia y de bondad atrayente. La esperanza brilla con
fuerza irresistible en la voz de Juan Pablo II, ese anciano vestido de
blanco que, apoyado en un bastón, avanza intrépido, sembrando un reguero
de luz a su paso vacilante pero seguro... María venció al pecado y a la
muerte. Ella marcó nuestro propio camino.
3.- "María se quedó con Isabel unos tres meses..." (Lc 1, 56) Aunque los
evangelistas no intentan escribir una historia en el sentido moderno de
la palabra, muchas veces nos ofrecen datos de gran valor para saber con
detalle algunos aspectos de los hechos narrados. Este es el caso del
versículo que cierra este pasaje evangélico al decir que la Virgen
estuvo unos tres meses con su prima Isabel, y que luego se volvió a
Nazaret. Si leemos con atención cuanto precede, veremos que
significativo es que estuviera precisamente tres meses.
Según dijo antes el evangelista, al narrar la aparición de San Gabriel
en la Anunciación, Isabel estaba ya de seis meses en su embarazo. Si
María marchó enseguida a visitar a su prima, y estuvo tres meses con
ella, concluimos que la acompañó hasta que se cumpliera el noveno mes de
su gestación, es decir, hasta que dio a luz... Eso nos hace comprender
que la Virgen fue, ante todo, para asistir a Isabel en aquel trance. El
motivo, por tanto, de su visita fue ayudarla cuando la necesitó. Un
ejemplo claro e interpelante a nuestra comodidad y egoísmo.
Fuente: betania.es
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