La Inmaculada Concepción de Maria

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1) Santa María fue concebida sin pecado original y llena de gracia desde el primer instante de su ser. 
Dios pudo hacerlo, convenía a la dignidad de Madre de Dios, luego lo hizo.

2) Pablo VI afirma: Creemos que María, Madre de Jesucristo, ha sido, en atención a los méritos de su Hijo:
- redimida de modo eminente, 
- preservada de toda mancha de pecado original,
- y colmada del don de la gracia, más que todas las demás criaturas.

3) El Prefacio dice que María es concebida sin pecado y llena de gracia para que fuera:
- digna Madre de tu Hijo, 
- comienzo e imagen de la Iglesia, esposa de Cristo, y 
- Abogada y ejemplo de santidad para todos los hombres.

4) Enseñanzas: Dios no quita a María, su Madre, ni el trabajo ni el dolor, ni la muerte. 
Le quita el pecado.

Dios no da a María riquezas ni honores.
La llena de gracia.

Dios hoy nos dice que lo realmente malo es el pecado y lo verdaderamente bueno es el amor y la gracia de Dios.

Propósito: Lucha contra el pecado y esfuerzo por vivir en gracia. 
Así nos pareceremos a Santa María Inmaculada.

Antífonas Litúrgicas

Celebremos la Inmaculada Concepción de la Virgen María; adoremos a su Hijo, Cristo el Señor.
María recibió en su concepción la bendición del Señor y la misericordia de Dios, su Salvador.
Dios la socorre al despuntar la aurora, el Altísimo consagra su morada.
¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! El Señor te ha puesto sobre el monte santo.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones. Porque la piedad del Señor ha sido grande conmigo.
Establezco hostilidades entre ti (el demonio) y la mujer, entre su estirpe y la tuya.
El Señor me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo.
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre todas las mujeres.
Oh Madre purísima, que no conoció el pecado y mereció llevar a Dios.
Dios me creó en santidad, me tomó de la mano y me preservó.
Todo es hermoso en ti, Virgen María, ni siquiera tienes la mancha del pecado original.
Tú eres la gloria de Jerusalén; tú, la alegría de Israel; tú, el orgullo de nuestra raza.
Llévanos contigo, Virgen María; correremos tras el olor de tus vestidos.
El Señor Dios altísimo te ha bendecido, 
Virgen María, entre todas las mujeres de la tierra. 

Enseña el Catecismo

490. Para ser la Madre del Salvador, María fue dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante.
El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como llena de gracia. En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente poseída por la gracia de Dios.


491. A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María llena de gracia por Dios había sido redimida desde su concepción.
Es lo que confiesa el dogma de la In maculada Concepción, proclamado en 1854 por Pío IX: 
La bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano.


492. Esta resplandeciente santidad del todo singular de la que ella fue enriquecida desde el primer instante de su concepción, le viene toda entera de Cristo: ella es redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su Hijo.
El Padre la ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo más que a ninguna otra persona creada. Él la ha elegido en Él, antes de la creación del mundo para ser santa e inmaculada en su presencia, en el amor.