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Curiosidades de España en relación al Dogma de la Inmaculada
Padre
Tomás Rodríguez Carbajo
En 1854 Pío IX definía el dogma de la Inmaculada Concepción, se publica en la Bula “Ineffabilis Deus”. Queda atrás una larga polémica virulenta en no pocas ocasiones entre maculistas e inmaculistas.
Con cinco meses de retrazo (de diciembre a mayo) se publica en España la mencionada Bula. No se pudo festejar dicho acontecimiento por estar prohibido por el entonces gobierno liberal.
Isabel II organizó una procesión dentro de palacio y coronó una imagen de la Virgen con motivo de la declaración del dogma de la Inmaculada Concepción.
El pueblo español se distinguió por la defensa del dogma de la Inmaculada con peticiones a la Santa Sede de parte de Reyes, Teólogos y el mismo pueblo cristiano que buscaban y deseaban la definición dogmática.
El español Cardenal Pacheco, obispo de Jaén, al discutirse en el Concilio de Trento la doctrina del pecado original consiguió que se añadiera al decreto sobre esta materia las siguientes palabras: “Declara, sin embargo, este mismo sínodo no ser su intención comprender en este decreto, en el que se trata del pecado original, a la Bienaventurada, Virgen María, Madre de Dios”. A él se unieron los obispos de Cádiz, Astorga, Huesca, Canarias y 12 más.
En el 646 el concilio de Toledo instituyó la fiesta de la Inmaculada Concepción en España, esta fue la primera nación que celebró como fiesta de precepto la de la Inmaculada Concepción a partir de 1641.
Las Cofradías Sevillanas fueron las primeras que en 1615 pidieron la proclamación dogmática de la Inmaculada.
En el siglo XVI apareció el llamado “voto de sangre”, solemne promesa con que se obligaban a defender la Concepción Inmaculada, hasta el derramamiento de sangre, si era preciso. Prelados, Cabildos, Universidades y Pueblos hicieron este heroico voto, mientras que la ardorosa juventud fomentaba su propia agrupación con el nombre de “Jóvenes de la Inmaculada”.
El 17 de mayo de 1617 escribe el Reino de Aragón al Papa una carta suplicándole la definición, siendo el primer pueblo de la tierra que hace esta petición a la Santa Sede.
El pueblo sevillano de Valencina de Alcor, cuando Pío IX declaró el dogma de la Inmaculada, el párroco volteó las campanas y mandó un telegrama de felicitación al Papa, al contestarle éste le daba las gracias, y le decía: En lo sucesivo ese pueblecito se llamará “Valencina de la Concepción”. Así se le sigue llamando en la actualidad
La Bula “Ineffabilis Deus” fue traducida al bable por Monseñor Manuel Fernández de Castro, nacido en Oviedo, en 1834 y obispo de Mondoñedo.
La Academia Bibliográfica – Mariana de Lérida fundada el 12 de octubre de 1862 por Don José Escolar y Cugat nació como un gesto de agradecimiento, de signo eclesial por la definición dogmática de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. La Academia está dedicada a la Virgen Inmaculada, el lema desde su fundación fue: “España, Patrimonio de María. Todo por María”.
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