María nos trae un mensaje

Padre José Maria Maruri, SJ

 

1.- Sin querer ofender vuestros conocimientos religiosos, sino para aclarármelos a mí mismo, voy a decirme en voz alta, que el dogma de la Inmaculada Concepción no es lo mismo que la Virginidad de María, ni que la Virgen fuera concebida por su madre Ana virginalmente, ni que esa especie de prebautizo de la Virgen –es decir como nosotros somos bautizados una vez nacidos—que ella lo hubiera sido en el mismo momento de su concepción.

Es que la Virgen María es el único ser humano, que teniendo sus raíces en una humanidad corrompida por los egoísmos, los odios, las envidias, la impureza, sin embargo ha germinado y crecido sobre toda esa contaminación que todos los demás respiramos y crecemos, sin absorber de esa humanidad mas que lo bueno que Dios puso en ella.

--Es como esas flores llenas de colores brotadas en tierras resecas y baldías.

--O esas plantitas de hojas delicadas en aguas llenas de verdín

--O esos pinos de montaña que sostienen sus copas verdes y esplendorosas metiendo sus raíces entre grietas de rocas ariscas y duras.

Es que María jamás llevó en su corazón esa viborilla venenosa que todos llevamos dentro.

2.- Pero la Inmaculada Concepción no se acaba en ser un privilegio más de María. Nos trae un mensaje. Es una buena nueva, una buena noticia. Un notición como todo el Evangelio.

En la lectura del Génesis en que entre símbolos, se anuncia a María como inmune de todo veneno y vencedora del mal. Allí se nos anuncia la Gran Nueva del gran amor de un Dios capaz, por amor, de dejarse engañar por el hombre.

Porque el hombre para no obedecer al Señor es mucho más sinuoso y viperino que el mismo Lucifer, que para rebelarse contra Dios tuvo que dar un puñetazo en la mesa y soltar un “No serviré”, que todavía anda resonando por el universo entero como un eco que rebota de estrella en estrella.

El hombre no levanta la voz. Adán acusa a Eva. Eva acusa a la serpiente. Nadie es culpable. Bueno, sí; si alguien lo es, es el mismo Dios. Porque Adán pecó por la “mujer que Tú me distes”, le dice al Señor. El hombre jamás tiene culpa. ¿No es verdad?

Y a pesar del todo el Señor no se enfrenta con el hombre. Se enfrenta con la víbora venenosa que llevamos dentro y promete que ese mismo hombre y mujer un día vencerán a víbora. 

Esta es la Buena Nueva, el Notición, que donde abundó la culpa allí sobreabundó la gracia, la bondad del Dios bueno, la misericordia.

3.- Y como la virgen María fue llamada a ser santa e inmaculada nos dice hoy San Pablo ser santos e irreprochables. Y para que esto fuera posible a pesar de la viborilla, a pesar de la viborilla que llevamos dentro, y que nos hace hacer lo que no queremos y hacer lo que queremos, condice San Pablo, el señor en el bautismo dio un margen de Dios, un transplante de su corazón para que se desarrolle en una vida nueva. Pero para que se germen se desarrolle hay que decir un sí a Dios, un sí a la vida nueva, un sí a querer vivir como irreprochables.

¿Somos irreprochables en alma y cuerpo? ¿Irreprochables en la honradez de nuestras vidas? ¿En la bondad de corazón con los demás? ¿Irreprochables con nuestros amores? ¿Amamos sin esperar nada o nos amamos a nosotros y nuestro amor es puro egoísmo?

Si vamos siendo irreprochables, si nuestro pequeñito SÍ a Dios va haciéndose más sonoro, entonces el transplante del corazón de Dios al nuestro se va realizando sin rechazo y hay esperanzas de que lleguemos a ser como María, santa, inmaculada, irreprochable.