Inmaculada Concepción de la Santa Virgen María 

Padre Oscar Balcázar

 

Gn 3, 9-15. 20 Sal 97 1P 3, 8 - 14 Lc 1, 26 - 38 
«"Es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: 'Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado.' Su señor le dijo: '¡Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.' Llegándose también el de los dos talentos dijo: 'Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado'. Su señor le dijo: '¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.' Llegándose también el que había recibido un talento dijo: 'Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.' Más su señor le respondió: 'Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, el talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y al siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.'» 


La semana anterior, se hizo una breve introducción al término del presente Ciclo Litúrgico y las lecturas nos preparaban a vivir en expectativa porque la vida del hombre está orientada hacia la eternidad, donde encontrará plenamente su realización al ver a su Creador cara a cara. En este sentido, las lecturas del presente domingo nos siguen poniendo en esta orientación. El Evangelista Mateo presenta en el siguiente texto evangélico al propietario que antes de irse distribuye unos talentos, y a su retorno pide cuenta de los mismos. 
Esta Solemnidad forma parte de nuestra fe pues en el Concilio de Basilea de 1439 se sugiere la proclamación del dogma de la Inmaculada. Es el Papa Pío IX quien, en 1854, proclama el dogma de la Inmaculada Concepción. 
Es importante exponer algunos términos. La palabra concepción, dentro del concepto de la escritura, hace referencia directa a la vida y a la existencia. Así lo manifiesta el profeta Jeremías y San Pablo (Jr 1, 5; Gál 1, 15); y el salmista dice: "...sobre ti me apoyaba desde el seno de mi madre...". Al respecto, cuando el ángel le anuncia a María que será la madre de Cristo, se enlaza lo que en el Génesis revela Dios como Creador, pues crea las cosas de la nada. 
María ha estado preservada del pecado original. La lectura del Génesis pone al descubierto la realidad del hombre. Éste en el esplendor de su libertad, llevado por los deseos de su voluntad, se convierte en instrumento de su propia perdición. Así, por la seducción de la serpiente, el hombre es engañado y al mismo tiempo acepta realizar un proyecto paralelo al que Dios le había propuesto. Él mismo quiere ser dios, conocedor del bien y del mal. De esta realidad, participa todo hombre que nace. María, por el contrario, es figura de la elección de Dios. 
Otro término importante es el de sierva. Dentro de la historia bíblica, este término ha estado referido a los grandes personajes en quienes se ha ido manifestando y desenvolviendo progresivamente la historia de la salvación: Moisés, Samuel, David, los apóstoles, etc.; y, en este sentido, sin excluir al mismo Siervo del Señor, es decir, al propio Jesús. 
En este sentido, María es la sierva en quien se realiza la intervención de Dios de manera singular y que no se volverá a repetir, pues así la propia Virgen con inspiración divina lo manifiesta en el cántico del Magníficat: "...porque me llamarán bienaventurada todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí...". 
La Solemnidad de la Inmaculada Concepción pone de manifiesto la historia de donación total del plan de Dios, que es una historia de gracia y de llamada a una vocación para aquél que escucha y acoge la voz del Pastor. 
.El “sí” de María es una llamada a todos nosotros -los que nos llamamos cristianos- a hacer un examen de conciencia de nuestra propia vida. A la luz de su “sí” debemos contemplar nuestros pecados, nuestras rebeldías y todos los obstáculos que hemos puesto en nuestra vida para que el proyecto de Dios no se haya realizado en nosotros. 
Por eso, hoy somos invitados por la voz del ángel (todos los medios humanos que hoy la Iglesia tiene para anunciar el Evangelio) a retornar al paraíso del Edén, esto es, a la vida de gracia, a la unión con Dios, a vivir como el ángel le dijo a María: "...el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra." Hoy, por tanto, es el día en que podemos colaborar con el Reino de Dios diciendo unidos a María: "...hágase en mí según tu palabra". 

Fuente: Diócesis del Callao, Perú