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La Virgen del Buen Aire
Padre Gustavo Vélez, mxy
Homilia.
1.- "El ángel Gabriel fue enviado
por Dios a una virgen desposada con un varón llamado José. La Virgen se
llamaba María". (San Lucas, Cáp. 1)
"Hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres" cantó el poeta Barba
Jacob desde su experiencia personal de conflictos, de dolores y
lágrimas. Y le concedemos la razón. También nosotros, a pesar de este
sol de diciembre, sentimos que la melancolía invade nuestro panorama
interior, el recinto de nuestra familia, el horizonte de la patria.
Nos duelen cada día más la injusticia, la pobreza, la corrupción, la
muerte de tantos inocentes. Nos fatigan la mediocridad personal y la
ajena, la infidelidad de tantos amigos, el conformismo de muchos líderes
vendidos. ¿Será que los adultos de hoy estamos condenados a vivir el
futuro bajo un clima de constante tragedia?
Entre tanta tiniebla, sin embargo, a los creyentes nos alegra contemplar
en este final de año a Nuestra Señora, la Pura y Limpia, la madre de
Dios concebida sin pecado. Que alguien de entre nosotros, sin abandonar
la tribu, afirma Bernardino Hernando, sea carnal y pura al mismo tiempo,
tan pura como carnal, tan limpia como verdadera, tan real como
maravillosa, puede darnos de pronto algún motivo de esperanza.
2.- El pueblo judío, peregrino por el desierto hacia la tierra
prometida, reflexionó con ayuda de sus líderes, sobre los grandes
enigmas de la vida. Durante aquella travesía descubrió que cada hombre
guarda en su interior una enorme capacidad de bondad, acompañada también
de un gran potencial de pecado. De ahí la necesidad de moderar esa
fuerza negativa, no vaya a invadirnos plenamente como aquel baobab del
Principito.
Más tarde los autores del Génesis concretaron tan doloroso hallazgo en
el relato del paraíso, donde los primeros padres cedieron al engaño de
la serpiente. Pero también alumbraron el futuro del mundo con una
promesa de victoria sobre el mal.
3.- Posteriormente los teólogos nos explicaron de diversas maneras el
pecado de origen. Y desde tiempo atrás muchas comunidades cristianas
imaginaron a la Madre de Jesús libre de toda mancha. Ya en el siglo
pasado, el Papa Pío IX definió para toda la Iglesia el dogma de la
Inmaculada Concepción de María. Nos cuenta San Lucas que aquella joven
de Nazaret que recibe un recado del cielo, se llamaba María. Y el
arcángel la colma de elogios: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está
contigo". Y más adelante: "Has hallado gracia delante de Dios". El
Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá
con su sombra".
Cuando nos preparamos para la Navidad aparece María, quien preparó el
advenimiento de Cristo. Y al contemplarla libre de todo mal se nos
refresca el alma. Necesitamos que ella exista y que sea inmaculada. Es
una garantía de nuestra futura purificación. Ella mitiga nuestros miedos
en los días lúgubres y remedia nuestras desesperanzas.
4.- La Virgen del Buen Aire. Así se llamó la patrona de los marinos que
partían de Sevilla hacia el Nuevo Continente. La Señora sostiene en un
brazo al Niño Dios quien sopla sobre las velas de una nave, símbolo de
la Iglesia. Buenos aires y mejores vientos necesitamos nosotros para
seguir tan ruda travesía, sin que se nos apague la esperanza.
Fuente: betania.es
Inmaculada Concepcion 2006
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