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La Gracia de María y la Nuestra
Beato Guillermo José Chaminade
La Gracía de María y la Nuestra opus grande est
neque enim homini praeparatur babitatio sed Deo ("La empresa es grande
porque no preparamos casa
para un hombre, sino para Dios.., d. 1Cro 29, 1). Aplico estas palabras
a la concepción de Maria, y también a la regeneración.. espiritual de
los hombres por el bautismo, y quiero comparar la
gracia que recibe María con la gracia del bautismo. Si hay grandes
diferencias, hay también grandes parecidos. Para fijar nuestras ideas en
una materia tan vasta como edificante e instructiva, consideramos aquí
la gracia en su principio y en sus efectos; cualquiera que sea la
diferencia nos veremos siempre obligados a convenir que la gracia en
nosotros es bastante fuerte para hacernos evitar el pecado y triunfar de
sus consecuencias.
Consideradas en su principio, ¿cuántos rasgos de diferencia pero también
de semejanza? La gracia del bautismo tiene la misma nobleza en cuanto a
su principio: tiene su fuente, como la de María, en los méritos del
Redentor. En virtud de los mismos
sufrimientos Y de la misma sangre, ha sido ella santificada y nosotros
también. En cierto sentido es tan eficaz, al menos en cuanto a la
abolición del pecado, puesto que por la gracia se destruye y aniquila en
nosotros y quedamos exentos de toda
condenación, lo mismo que quedó Maria por la gracia que la previno.
Se dirá, sin duda, que la gracia que santifica a María no deja en ella
rastro ninguno de esas funestas impresiones que quedan en nosotros
después que ha sido borrado el pecado original.
Es verdad, pero la gracia del sacramento ¿no nos inmuniza contra estas
impresiones funestas? Proporciona remedios adecuados a nuestros males
yesos remedios proceden siempre de la gracia que nos regenera: la fe, la
esperanza, la caridad, todas
las armas contra el pecado (Ef 6, 10-20). No os dais cuenta, decís, de
que la gracia de vuestra regeneración os ayuda contra los movimientos de
la concupiscencia." ¿No es tal vez porque habéis dejado perder esta
gracia preciosa que ya no habita en vosotros?
(Escritos Marianos, Ed. SM, Madrid, 1968, 1, pp. 336-337)
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