Santa María, Madre de Dios


Jaime Sancho Andreu

 

Homilía

Comenzamos el año civil poniéndolo bajo la protección de María, la Madre del Salvador nacido en Belén. Iniciamos 2005 pidiendo por la paz del mundo, en esta jornada mundial de oración por el acuerdo y la amistad entre las naciones. 

Con toda nuestra confianza en Dios y en la intercesión de María, pedimos la bendición de la paz, cuyo texto se proclama como primera lectura (Números 6,22-27). Podemos confiar en el Padre, pues nos ha adoptado como Hijos mediante el don del Espíritu, de modo que podemos llamarle "¡Abba!" como hacía el mismo Jesús (Segunda lectura, Gálatas 4,4-7).

Este es un día de inicios, Inicio del año civil pero, sobre todo, celebración del comienzo de nuestra salvación. Tal como dice la antigua oración romana sobre las ofrendas propia de este día.

Así es, porque el culto cristiano mediante el sacerdocio de Cristo se inicia en el acto mismo de su Encarnación en el seno de su Madre, desde allí, como leíamos en el último domingo de Adviento, contempla desde su comienzo toda su vida, y la ofrece en lugar de los sacrificios antiguos ya sin valor. En la Encarnación y el Nacimiento comienza en cierta manera la obra salvadora de Dios, pero ya se contiene misteriosamente su plenitud. 

Al comienzo del nuevo año, el Papa ha dirigido una vez más la palabra a los responsables de las Naciones y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, sabedores de lo necesario que es construir la paz en el mundo. En esta ocasión ha elegido “como tema para la Jornada Mundial de la Paz 2005 la exhortación de san Pablo en la Carta a los Romanos: « No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien » (12,21). No se supera el mal con el mal. En efecto, quien obra así, en vez de vencer al mal, se deja vencer por el mal.

La paz es un bien que se promueve con el bien: es un bien para las personas, las familias, las Naciones de la tierra y para toda la humanidad; pero es un bien que se ha de custodiar y fomentar mediante iniciativas y obras buenas. Se comprende así la gran verdad de otra máxima de Pablo: « Sin devolver a nadie mal por mal » (Rm 12,17). El único modo para salir del círculo vicioso del mal por el mal es seguir la exhortación del Apóstol: « No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien » (Rm 12,21)” (Mensaje para la celebración del Día Mundial por la Paz, 1).

“Ningún hombre, ninguna mujer de buena voluntad puede eximirse del esfuerzo en la lucha para vencer al mal con el bien. Es una lucha que se combate eficazmente sólo con las armas del amor. Cuando el bien vence al mal, reina el amor y donde reina el amor reina la paz. Es la enseñanza del Evangelio, recordada por el Concilio Vaticano II: “La ley fundamental de la perfección humana, y por ello de la transformación del mundo, es el mandamiento nuevo del amor” 

“En este año dedicado a la Eucaristía, los hijos de la Iglesia han de encontrar en el Sacramento supremo del amor la fuente de toda comunión: comunión con Jesús Redentor y, en Él, con todo ser humano. En virtud de la muerte y resurrección de Cristo, sacramentalmente presentes en cada Celebración eucarística, somos rescatados del mal y capacitados para hacer el bien. Gracias a la vida nueva que Él nos ha dado, podemos reconocernos como hermanos, por encima de cualquier diferencia de lengua, nacionalidad o cultura. En una palabra, por la participación en el mismo Pan y el mismo Cáliz, podemos sentirnos « familia de Dios » y al mismo tiempo contribuir de manera concreta y eficaz a la edificación de un mundo fundado en los valores de la justicia, la libertad y la paz” (Mensaje…, 12).

Fuente: Arquidiócesis de Valencia, España