La Misión Materna de María 

Fray Alejandro Martín

 

La maternidad de Santa María dice una primera y principal referencia al Redentor. Ella es verdadera Madre de Jesús, perfecto Dios y perfecto hombre, Redentor y Salvador de los hombres. 

La Madre del Redentor tiene un lugar preciso y singular en el plan de la salvación. Se trata de un papel que es consecuencia de su maternidad divina y reviste en sí mismo caracteres maternos. Ella coopera a la salvación de los hombres ejerciendo precisamente la maternidad en toda su plenitud. 

Esta cooperación aparece claramente en la primera predicación de la Iglesia. En el Nuevo Testamento se presenta a María: a) recibiendo el anuncio del Ángel y aceptando con fe y entrega el ser la madre del Redentor; b) intercediendo ante el Hijo y adelantando “su hora” en las Bodas de Caná; c) perseverando en esta unión y aceptación materna al pie de la Cruz, d) agrupando en torno a sí a la primera comunidad a la espera de Pentecostés. 

Los Santos Padres incluyen la enseñanza de esta cooperación de María en torno al paralelismo Eva–María. Este paralelismo lleva a considerar a Santa Maria —al igual que Eva—: a) como madre de todos los vivientes poniendo de relieve su maternidad espiritual; b) su relación con la Iglesia en cuanto madre y virgen, en cuanto prototipo de la Iglesia; c) así como Eva es compañera del primer Adán, Santa María es considerada compañera del nuevo Adán —Cristo—, y de aquí parten diversas consideraciones sobre su cooperación en la obra de la Redención. Se trata aquí de una cooperación que ocupa toda la vida de la Virgen, comenzando con el fiat de la Anunciación. 

Esta maternidad espiritual acontece de los siguientes modos: mediación en el Mediador, dispensación de las gracias, intercesión a favor de los hombres, regenerando a los hombres en Cristo por medio de esa intercesión y dispensa¬ción. María ejerce así una maternidad que no es metafórica, sino real, en atención a su influjo que no es metafóri¬co, sino real. 

1. La maternidad espiritual

El Concilio Vaticano II enseña que María es verdadera Madre de los hombres en el orden de la gracia, porque coopera a la vida y al crecimiento espiritual de los fieles. La Virgen colabora con Cristo en un plano subordinado y dependiente de El, pero de modo verdadero. 
No sería correcto sostener que María es nuestra Madre por adopción, como si nos hubiera adoptado al pie de la Cruz, pues María no es madre por un simple título legal, sino que nos comunica una verdadera vida en el orden sobrenatural. 

2 Bases bíblicas de la maternidad espiritual

 Las Bodas de Caná. Jn 2,1 ss. Todo este episodio se encuadra en la perspectiva de María como madre —cuatro veces aparece la Virgen en esta escena con el título de madre de Jesús—. Como madre actúa también el Hijo y ante los servidores. 
 Ante la Cruz. Jn 19,25-27. Las palabras por Jesús otorgan a María una misión que está en íntima conexión con la obra redentora, que el Señor consuma en aquellos momentos: María es Madre de los seguidores de su Hijo. 


3 La maternidad espiritual a lo largo de la historia

En los primeros Padres de la Iglesia la maternidad espiritual de María vienen expresada por la figura de la Nueva Eva. El paralelismo Eva–María se irá profundizando en la relación de la maternidad espiritual de la Nueva Eva con el misterio de la Cruz. 

San Agustín desarrolla la doctrina en que María es Madre del “Cristo Total”, es decir, del Cuerpo Místico de Cristo que tienen a El como cabeza y a los fieles como a miembros. Doctrina que será asimilada por la patrística más tardía. 

En la Edad Media se generaliza la doctrina que pone como base y fundamento de la maternidad espiritual de María el Testamento de Jesús en el Calvario. María al pie de la Cruz, da a luz con dolor a la humanidad y se convierte en Madre de todos los hombres. 

4 Magisterio

León XIII es el primer Papa que utiliza la expresión “maternidad espiritual” en un documento magisterial. Subraya el carácter real, no metafórico de esta maternidad. 

La doctrina de la maternidad espiritual impregna toda la doctrina mariológica expuesta en el capítulo VIII de la Lumen gentium. Pablo VI sigue esta línea del Concilio Vaticano II y abunda en la prerrogativa de la maternidad espiritual (Exhortación Apostólica Marialis Cultus). 

Juan Pablo II prosigue el desarrollo de la doctrina conciliar y el Catecismo de la Iglesia Católica repite la misma doctrina. 

5 Fundamento teológico de la maternidad espiritual

Hay varios motivos por los que se deduce que a María le compete ser Madre espiritual de todos los hombres: 

1. Por ser Madre física de Jesús. En el eterno designio divino de la Encarnación del Verbo está incluido la elección de María como Madre de Dios. María al concebir a su Hijo, a la vez, concibe a todos los que, a lo largo del tiempo, constituiremos el Cuerpo Místico. María engendra y da a luz físicamente a Jesús, Cabeza del “Cristo total; a nosotros, miembros del Cuerpo, nos origina espiritualmente. 

2. Por su cooperación en la obra salvadora. María al asociarse como nueva Eva a su Hijo, participa activamente en la >Redención, como de forma activa intervino Eva en la caída del género humano. Puede afirmarse así que María es causa de nuestra vida sobrenatural; por tanto, en el plano sobrenatural, María es verdadera Madre nuestra. 

3. Por su presencia al pie de la Cruz. Allí María, aceptando “el testamento de la Cruz”, con su muerte mística, alumbró a la humanidad a la vida sobrenatural de la gracia. 

El fiat de María es el elemento esencial constitutivo, pero inicial de la maternidad espiritual. La cooperación de la Virgen en la Redención es el elemento integrativo de esa maternidad y su presencia al pie de la Cruz es el elemento completivo y perfectivo de la maternidad espiritual sobre todos los hombres. 


6 Naturaleza de la maternidad espiritual

Hay opiniones dispares entre los teólogos respecto al sentido y profundidad de esta maternidad. 

 Por un lado se sostiene que la Virgen es Madre de los hombres de un modo remoto y mediato. Estos autores afirman que se puede decir que María es Madre nuestra, porque es Madre de Jesús y El es nuestra vida. La maternidad de María, según esta teoría es meramente pasiva: Ella no colabora activa ni positivamente con sus acciones. 
 Otros mantienen que la Virgen no sólo es nuestra Madre porque ha dado a luz a Jesús, sino que, por ser María prototipo de la Iglesia —madre nuestra—, al hacer suya la obra de la Redención y recibir sus frutos para sí misma y para toda la Iglesia, transmite a todos los hombres la vida y la gracia de Cristo. 
Conviene hacer la siguiente distinción: 
 maternidad objetiva: la maternidad espiritual respecto a la naturaleza humana; 
 maternidad subjetiva: la maternidad espiritual respecto a cada hombre concreto. 

En relación a la maternidad objetiva se puede decir que María engendró a la humanidad a la vida sobrenatural, cuando biológicamente engendró a Cristo, que es Cabeza de la humanidad, pues en ese instante comienza la Redención, o sea, la regeneración sobrenatural de los hombres. Respecto a la maternidad subjetiva, María concibe a cada uno de los hombres cuando éstos reciben la regeneración bautismal —pues la gracia bautismal viene a través de María—. 

María es nuestra Madre en tres sentidos: 

a) sentido propio, porque nos comunica, aunque de forma subordinada, la vida sobrenatural; 
b) sentido espiritual, no físico o biológico, como lo es de Cristo; pues nos da la vida del espíritu y no la de la carne; 
c) sentido formal, no meramente material, porque ha aceptado voluntariamente ser Madre y nos ayuda a lograr la vida de la gracia. 

7 Extensión de la maternidad espiritual

 Como el fundamento primigenio de la maternidad espiritual de la Virgen es la pertenencia de los hombres al Cuerpo Místico de Cristo, la extensión de esa maternidad está condicionada a la incorporación de las criaturas a ese Cuerpo. María es: 
a) Madre de modo excelente de los santos y de los ángeles, que ya gozan de la bienaventuranza eterna; 
b) Madre en acto y de modo perfecto de los bautizados en gracia, pues están plenamente unidos, por la caridad, con Cristo Cabeza; 
c) Madre en acto, pero de modo imperfecto, de los bautizados en pecado mortal, ya que están unidos a Cristo Cabeza sólo por la fe; 
d) Madre en potencia de los infieles (no bautizados), porque aunque actualmente no estén vinculados con Cristo Cabeza, están predestinados a poder ser miembros suyos; 
e) no es Madre de los condenados.

Fuente: materunitatis.org