María, Madre de Dios

 

Padre William Saunders

 

Yo estaba un dia visitando una Iglesia de "barrio" y en el vestíbulo había un escrito en la pared que decía, "Católicos, Dios no tiene madre", obviamente refiriendose al título de "Madre de Dios" que tiene María. ¿Cómo uno responde a esta objeción? -- Un lector en Springfield.

Católicos, nosotros creemos firmemente en la encarnación de Nuestro Señor: María concibió por el poder del Espíritu Santo. (Lucas 1:26-38 y Mateo 1:18-25). A través de ella, Jesucristo, segunda persona de la Santísima Trinidad, consubstancial con el Padre y Dios verdadero de Dios verdadero, entró en este mundo, tomando forma y alma humana. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. En Su persona estan unidas tanto la naturaleza divina como la naturaleza humana.

Maria no creó la persona divina de Jesús, quien existió con el Padre desde toda la eternidad. "En efecto, aquél que ella concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, se segunda persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia confiesa que María es verdaderamente Madre de Dios (Theotokos)" (Catecismo, No. 495). Como escribió San Juan, "Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros, lleno de amor y verdad. Y hemos visto su gloria, la gloria que como Hijo único recibió del Padre" (Juan 1:14). Por esta razón, tiempo atrás en la historia de la Iglesia, a nuestra Santísima Madre le fue dado el título de "Madre de Dios". San Juan Crisóstomo (344-407), por ejemplo, compuso en su Oración Eucarística para la Misa un himno en honor de ella: "Es verdaderamente justo proclamarte bendita, O Madre de Dios, que eres la más bendita, toda pura y Madre de nuestro Dios. Te magnificamos a ti que eres más honorable que un Querubin é incomparablemente más gloriosa que un Serafin. Tú que sin perder tu virginidad, diste nacimiento a la Palabra de Dios. Tú eres verdaderamente la Madre de Dios".

Sin embargo, objeción al título "Madre de Dios" se originó en el siglo quinto, debido a una confusión concerniente al misterio de la encarnación. Nestorio, Obispo de Constantinopla (428-431), incitó una gran controversia. El declaró que María dió luz a Jesucristo, una persona humana normal, punto. A esta persona humana fue unida la persona de la Palabra de Dios (el divino Jesús). Esta unión de dos personas ,el Cristo humano y la Palabra divina, era "sublime y única" pero meramente accidental. La persona divina habitó en la persona humana "como en un templo". Siguiendo su propio razonamiento, Nestorio declaró que el Jesús humano murió en la cruz, no el Jesús divino. Como tal, María no es "Madre de Dios" pero simplemente "madre de Cristo" ,el Jesús humano. ¿Parece confuso? Lo es, pero el resultado es que partimos a Cristo en dos personas y que negamos la encarnación.

San Cirilo, Obispo de Alejandría (380-444) refutó a Nestorio, declarando: "No es que un hombre ordinario nació primero de una Santa Virgen, en quién después la Palabra descendió; lo que decimos es que, siendo unido con el cuerpo desde el vientre, (la Palabra) ha nacido en la carne, haciendo el nacimiento en la carne El suyo..." Esta declaración afirma la creencia declarada en el primer párrafo.

El 22 de Junio del año 31, el Concilio de Efeso fue convenido para poner fin a este argumento. El Concilio declaró, "Si alguno no confiesa que Emanuel es verdaderamente Dios y por lo tanto que la Santa Virgen es la Madre de Dios (Theotokos) (dado que ella engendró en la carne, la Palabra de Dios hecha carne), anathema sit". Por lo tanto, el Concilio reconoció oficialmente que Jesús es una persona con dos naturalezas ,humana y divina, unidas en una verdadera unión. Segundo, Efeso afirmó que nuestra Santísima Madre puede en todo derecho ser llamada Madre de Dios. María no es Madre de Dios, el Padre, o Madre de Dios, el Espíritu Santo; más bien, ella es la Madre Dios, el Hijo, Jesucristo. El Concilio de Efeso declaró a Nestorio un hereje, y el Emperador Teodosio ordenó que fuera depuesto y desterrado. (Interesantemente, una pequeña Iglesia Nestoriana todavía existe en Iraq, Iran y Siria).

La encarnación es verdaderamente un misterio profundo. La Iglesia usa un lenguage muy preciso ,aunque filosófico, para prevenir confusión y error. De cualquire manera, cuando celebramos la Navidad, debemos meditar sobre este gram misterio de cómo nuestro divino Salvador entró en este mundo, absorbiendo nuestra humanidad para librarnos del pecado. Debemos meditar también y emular el ejemplo de nuestra Madre Santísima quien dijo "Yo soy la esclava del Señor; hágase en mí según Tu palabra". Debemos volvernos a ella pidiendo: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen".

Fuente: EWTN