Siempre Virgen

Padre Jesús Martínez García

 

El Santo Padre Pablo IV declaró en 1555 que la Santísima Virgen María permaneció «virgen antes del parto, en el parto y por siempre después del parto» (Pablo IV, Const. Cum quorundam, 7-VIII-1555). Pero muchos años antes el Concilio de Letrán del año 649 había definido este dogma: «Si alguno no confiesa, de conformidad con los Santos Padres, que la Santa Madre de Dios y siempre virgen e inmaculada María, propiamente y según la verdad, concibió del Espíritu Santo, sin cooperación viril, al mismo Verbo de Dios, que antes de todos los siglos nació de Dios Padre, e incorruptiblemente le engendró permaneciendo indisoluble su virginidad incluso después del parto, sea condenado».

Que había de ser virgen antes del parto ya lo había predicho Isaías como señal de que el Hijo de Dios vendría al mundo: «El mismo Señor os dará una señal: He aquí que una virgen concebirá y dará a luz un hijo» (Is 7,14). Y en la narración de la Encarnación, san Lucas nos dice que «el ángel Gabriel fue enviado por Dios... a una virgen... y el nombre de la virgen era María» (Lc 1,26 y ss.). Es de fe que María concibió por obra y gracia del Espíritu Santo y no por concurso de varón. Por eso, san José, que vivía en legítimo matrimonio con María, era el padre legal de Jesús, no el padre natural, como también indica san Lucas al decir que Jesús era «el hijo de José, según se creía» (Lc 2,23 y 48).

Pero no fue milagrosa solamente la concepción del Hijo de Dios, sino que también lo fue el parto, pues a la manera como un rayo de luz atraviesa un cristal sin romperlo ni mancharlo, nació nuestro Señor Jesucristo, permaneciendo virgen su Madre. Es un misterio, pero, como dice san Bernardo, «el único nacimiento digno de Dios era el procedente de la Virgen» (Sobre la Virgen Madre). Conviene recordar que, años más tarde, Jesús atravesó las paredes del cenáculo con su cuerpo de carne y hueso, porque para Dios nada hay imposible.

La Iglesia confiesa asimismo que María es la Siempre Virgen, es decir, que permaneció virgen por siempre después del parto. Jesús no tuvo hermanos. Aunque en los Evangelios se habla de los hermanos de Jesús, nunca se les llama hijos de María, porque no eran sino parientes cercanos, como se solía denominar en Israel a éstos. Y por eso, el Salvador, al morir en la Cruz, encomendó su Madre a la protección de san Juan, hijo del Zebedeo, porque no tenía hermanos.

Dios ha querido otorgar a su Madre dones sin cuento, y entre ellos el de la virginidad, aun siendo madre. Dios hace las cosas como quiere. No nos cansemos, por tanto, en buscar explicaciones lógicas o científicas para entenderlo. Es preciso creer, y entonces uno se da cuenta de que todo es posible, hasta los milagros.

Hablemos de la Fe
10. La Virgen María Jesús Martínez García
Ed. Rialp. Madrid, 1992 

Fuente: jesusmartinezgarcia.org