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María,
Mediadora
SS.
Pablo VI
62.
Y esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la
gracia, desde el momento en que prestó fiel asentimiento en la
Anunciación, y lo mantuvo sin vacilación al pie de la Cruz, hasta la
consumación perfecta de todos los elegidos. Pues una vez recibida en
los cielos, no dejó su oficio salvador, sino que continúa alcanzándonos
por su múltiple intercesión los dones de la eterna salvación. Con su
amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que peregrinan y se
debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que
sean llevados a la patria feliz. Por eso, la Santísima Virgen en la
Iglesia es invocada con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro,
Mediadora. Lo cual, sin embargo, se entiende de manera que nada quite ni
agregue a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador.
Porque ninguna criatura puede compararse jamás con el Verbo Encarnado
nuestro Redentor; pero así como el sacerdocio de Cristo es participado
de varias maneras tanto por los ministros como por el pueblo fiel, y así
como la única bondad de Dios se difunde realmente en formas distintas
en las criaturas, así también la única mediación del Redentor no
excluye, sino que suscita en sus criaturas una múltiple cooperación
que participa de la fuente única. La Iglesia no duda en atribuir a María
un tal oficio subordinado: lo experimenta continuamente y lo recomienda
al corazón de los fieles para que, apoyados en esta protección
maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador.
Constitución
Dogmática "Lumen Gentium" sobre la Iglesia. SS. Pablo VI. 21
de noviembre de 1964
Fuente:
vatican.va
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