La Reina del Adviento

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El Adviento nos visita al final de la primavera e inicios del verano, con un trasfondo de flores, de perfumes y de rumor de pájaros, que prestan el marco adecuado para celebrar en la alegría, una verdadera liturgia de la vida. 

Adviento es un tiempo femenino. En las lecturas bíblicas previas a la Navidad, desfilan distintas mujeres que se preparan a ser madres. Algunas de edad avanzada, como Isabel; otras estériles, como las madres de Sansón y de Samuel. 

Es todo un entorno femenino, que con fragancia a jazmines florecidos, centra la escena en la figura de María, la reina del Adviento. Aquella que le dijo al indio Juan Diego: “Acaso, yo no soy tu madre, ¿no soy la fuente de tu alegría?; ¿tienes necesidad de alguna otra cosa?”. 

Esta dimensión femenina, le da a esta última semana una dimensión muy especial, la de una madre que está por dar a luz. Después vendrá el tiempo navideño, en que nuestra atención se desplazará hacia el Niño recién nacido. 

En nuestras latitudes, llegando al fin del año, un ambiente de cansancio y nerviosismo conspira contra el espíritu del Adviento. Tendremos que rescatar su dimensión contemplativa. 

En medio de sueños, silencios y misterios, como los que vivieron José y María, la esperanza lo madura, y lo convierte en tiempo de acogida y de escucha receptiva al don de un Dios que salva. 

Fuente: Monasterio Santa María de los Toldos, Argentina