Recurre
constantemente a la Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre de la
humanidad: y Ella atraerá, con suavidad de Madre, el amor de Dios a las
almas que tratas, para que se decidan –en su trabajo ordinario, en su
profesión– a ser testigos de Jesucristo. (Forja, 911)
22 de mayo de 2000
Si nos identificamos con María, si imitamos sus virtudes, podremos
lograr que Cristo nazca, por la gracia, en el alma de muchos que se
identificarán con El por la acción del Espíritu Santo. Si imitamos a
María, de alguna manera participaremos en su maternidad espiritual. En
silencio, como Nuestra Señora; sin que se note, casi sin palabras, con
el testimonio íntegro y coherente de una conducta cristiana, con la
generosidad de repetir sin cesar un fiat que se renueva como algo íntimo
entre nosotros y Dios. (Amigos de Dios, 283)
Fuente: Opusdei.es