1.- El 25 de marzo,
recordamos aquella hora en que el Ángel Gabriel se coló por la ventana
de la humilde casa de Santa María anunciándole el futuro nacimiento de
Jesús. ¡Nueve meses exactamente quedan para Navidad!
María es grande no por sus acciones, y sí por el hecho de que hizo
posible con su ¡SI! la venida de Jesús.
En este día, también nosotros, debiéramos de renovar con la ilusión del
primer día, nuestra opción por Dios, por Jesús y por su Iglesia.
Debiéramos de decir un “sí” cayendo en la cuenta de que, nuestra fe, no
es un coto cerrado y sí algo que se renueva en miles de “sies” que
decimos a lo largo de nuestra vida:
-Para querer de nuevo con la ilusión y la claridad del primer día
-Sabiendo que llevamos el anuncio del Reino aún faltando fuerzas y
relevos que garanticen la evangelización del mañana.
-Para ser conscientes de que somos barro para que, como María, DIOS vaya
realizando una obra magnífica: el AMOR
-Manifestando en un “tú a tú” silencioso, y cargado de misterio con el
Señor, que estamos dispuestos a ser signos vivientes de la presencia de
Dios en el mundo.
2.- Aprender a querer como Dios quiere es:
-No poner filtros ni paréntesis a la voz de DIOS que nos presenta a su
Hijo como “búsqueda del hombre movido por su corazón de Padre” (Juan
Pablo II)
-Evitar los prejuicios que podamos tener sobre nuestra misión de
cristianos en un mundo donde apenas se escuchan ni interesan los voceros
de Cristo.
-Curarnos del egocentrismo que nos invade: con DIOS podemos hacer obras
grandes....sin El, la vida, se convierte en un caos permanente. En un
personalismo peligroso.
-Recuperar la inocencia perdida: “eh aquí la esclava....”. Ponernos en
camino y en disposición hacia DIOS es avanzar hacia la plenitud como
personas y como creyentes. Es encontrar nuestra razón de ser en las
manos de Dios. ¡El sabrá lo que hace y por qué lo hace!
-Sentirnos contemplados por DIOS (no observados) da seguridad a nuestros
pasos, luz a nuestras acciones, profundidad a nuestra existencia.
-Turbarnos ante la presencia de Dios (no temerosos). También nosotros
somos benditos desde el día de nuestro Bautismo. Otra cosa es que seamos
conscientes de la multitud de saludos que, como en María, nos llegan de
parte de Dios en diversas circunstancias y a través de numerosos ángeles
en el rostro de las personas.
-Que a la hora de decidirnos en nuestras respuestas pueda más, en la
balanza de nuestra vida, el “SI” nítido y convencido que el “NO” del
miedo o de la cobardía, de la comodidad y del pasotismo, de la duda o el
de la mediocridad.
3.- En tiempos de dificultades (¡que época no ha estado exenta de
tropiezos para la Fe!) tendríamos que dar gracias a DIOS porque se ha
fijado en nosotros para prolongar su presencia en hombres y mujeres que
seguimos apostando y creyendo en su Palabra.
El Día de la Anunciación. Un momento propicio para ver como está nuestro
“SI” en el camino de fe. En nuestro compromiso con la Iglesia.
Nuestro “SI” o nuestro “NO” a DIOS, en el clarear de cada jornada, en
cada situación que se nos presenta, en cada momento y en cada
circunstancia se parecen o no se parecen mucho a los que Santa María
pronunció mientras estuvo latiendo en la tierra.
4.- El “SÍ” DE MARIA FUE
Breve, pero grande en toda su vida
Firme, y constante en toda su existencia
Alegre, y confiado en sus caminos
Individual, y compartido con su esposo José
Íntimo, pero llevado a los oídos de su prima
Isabel
EL “SÍ” DE MARIA FUE
Sencillo, pero complicado el vivirlo
Obediente, pero probado a los pies de la cruz
Pobre, pero rico en el corazón
Para Dios, y en beneficio de todos los hombres
Para el cielo, pero para alumbrarlo en la
tierra
EL “SÍ” DE MARIA FUE
Dócil, pero moldeado por las manos del Padre
Libre, pero en exclusiva para Dios
De un día, pero para siempre, renovado a todas
las horas
Si en Nazaret, y también en el Calvario
Sí, en la vida, y también en la muerte
Sí, en los gozos, y también en las tristezas
El “si” de Maria fue un “si” en todo para
todo, siempre para siempre en dios y para Dios.