1."A los seis meses, el
ángel Gabriel fue enviado por Dios..." (Lc 1, 26) Toda la grandeza y el
esplendor de la Encarnación permanecieron velados en el seno inmaculado
de María. Desde que ella dijo que sí a la embajada de San Gabriel, el
Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, para gozo y esperanza de la
Humanidad. Fue uno de los momentos cruciales de la Historia, un hecho
que constituye una verdad fundamental de nuestra fe… El nuevo Pueblo de
Dios, la gente sencilla y buena ha comprendido la trascendencia de ese
momento y lo ha plasmado en una devoción multisecular, que aún hoy sigue
vigente entre nosotros: el rezo del Ángelus. Un breve alto en el camino
de cada jornada, para recordar y agradecer vivamente que el Hijo de Dios
se haya hecho hombre y esté cerca de todos nosotros.
2.- Silencio de Nazaret que preludia la noche de Belén. Sencillez y
escondimiento de la actuación divina que ha de frenar nuestras ansias de
aparentar y de lucir. María y José, dos almas gemelas en la humildad y
en la docilidad a los planes de Dios, son los primeros que recibieron la
magnífica noticia. Luego serán los pastores de los campos belemnitas.
Después los magos de Oriente que seguían con esfuerzo y tenacidad el
rastro de una estrella. Más tarde Simeón y Ana, dos ancianos que son
como niños, según diría Jesús de los que entrarán en el Reino.