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30
días con la Redemptoris Mater
Padre
José Cristo Rey García Paredes cmf
Día 18: María, testigo de Jesús en Pentecostés
Al
comienzo del camino de la Iglesia, María está presente. La vemos
en medio de los apóstoles en el cenáculo «implorando con sus
ruegos el don del Espíritu»... Aquel primer núcleo de
creyentes... era consciente de que Jesús era el hijo de María y
que ella era su madre y, como tal,... un testigo singular del
misterio de Jesús (RM, 26).
En la espera de Pentecostés, en el cenáculo, coincide el camino
de María con el camino de los apóstoles, que se preparaban para
asumir la misión de Jesús con la fuerza del Espíritu Santo que
les había sido prometido. Ellos, la mujeres, los hermanos de Jesús
y María «perseveraban en la oración» (Hch 1, 13-14). En medio
de esa asamblea constituyente de la Iglesia, a María le cabe la
función de «ser testigo de Jesús» desde su condición de «madre».
«Un testigo singular del misterio de Jesús, de aquel misterio
que ante sus ojos se había manifestado y confirmado con la cruz y
la resurrección» (RM, 26). «Ella fue para la Iglesia de
entonces y de siempre un testigo singular de los años de la
infancia de Jesús y de su vida oculta en Nazaret, cuando "
conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón" »
(RM, 26). El testimonio de María dentro de la comunidad de los
hermanos avalaba su fe en la encarnación del Hijo de Dios. «La
Iglesia, desde el primer momento, miró a María a través de Jesús,
como miró a Jesús a través de María» (RM, 26). María era
para los primeros creyentes la gran oportunidad de conocer más íntimamente
a Jesús. Ella sola era todo un evangelio viviente. María era un
acceso privilegiado a Jesús. P or sus ojos había pasado toda su
historia. Sus oídos habían escuchado todas sus palabras. Ningún
ser humano lo había tenido más cerca de su cuerpo. Si toda su
capacidad de maternidad se había agotado en su «hijo único Jesús»,
toda ella era una palabra permanente sobre Jesús.
ORACIÓN:
Gracias,
Padre, por haber situado a María, la madre de tu Hijo, en el
centro de la asamblea constituyente de la Iglesia; quisiste que
ella fuera el testigo permanente y más cualificado del misterio
de Jesús; haz, Padre, que María siga presente entre nosotros los
creyentes, alentando nuestra fe y dándonos certeza en medio de
nuestras vacilaciones. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Fuente:
ciudadredonda.org
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