|
30
días con la Redemptoris Mater
Padre
José Cristo Rey García Paredes cmf
Día 24: María en la Comunión de los Santos
María,
par su mediación subordinada a la del Redentor, contribuye de
manera especial a la unión de la Iglesia peregrina en la tierra
con la realidad escatológica y celestial de la comunión de los
santos, habiendo sido ya asunta a los cielos (RM, 41).
Los creyentes sabemos que la muerte no interrumpe la unión o
comunión de los que peregrinamos en la historia con los hermanos
y hermanas que durmieron en la paz de Cristo, antes bien existe
entre nosotros una admirable y misteriosa comunión de bienes
espirituales (LG, 49). Los que están unidos estrecha y
definitivamente con Cristo, los que ya llegaron a la patria y
gozan de la presencia del Señor, participan de la vida y del
dinamismo de aquel que, «sentado a la diestra del Padre, sin
cesar actúa en el mundo» (LG, 48); «por él, con él y en él,
nuestros hermanos no cesan de interceder por nosotros ante el
Padre... a través del único mediador... Su fraterna solicitud
ayuda mucho nuestra debilidad» (LG, 49). Si ésta es la comunión
con los santos, ¡qué características no tendrá la comunión
con la santísima mujer, madre del Señor, la primera de los
creyentes! Por Cristo, con él y en él, María está presente a
nosotros, actúa en nosotros. En ella la resurrección ha
producido el ciento por uno. ¿Cómo extrañarse entonces de que
miles y miles de creyentes, comunidades y pueblos testifiquen la
experiencia de la cercanía de esta mujer bienaventurada? ¿No es
ésta la clave para entender ese clamor popular del pueblo de Dios
a través de los siglos, que ha proclamado a María como la
asunta, la resucitada, y cuya expresión suprema ha sido la
proclamación del dogma de la asunción? La presencia de María en
la Iglesia no es excepcional por ser exclusiva, sino por ser la
primera en la presencia de los bienaventurados en la Iglesia
peregrina. María está presente entre nosotros desde la admirable
comunión de los santos. Como Iglesia celeste. Como prototipo de
la Iglesia peregrina.
ORACION:
¡Que misteriosa comunión y solidaridad mantenemos, Padre de
todos, con todos los que murieron en Cristo y con él viven ante
ti! Haz que su fraterna solicitud ayude mucho a nuestra debilidad.
Y sobre todo atiende a las súplicas de María, nuestra madre en
la fe, para que todos formemos esa Iglesia que ella tan
maravillosamente tipifica. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Fuente:
ciudadredonda.org
|
|