|
Mayo, mes dedicado a María
Padre Ramón Aguiló S.J
El mes de mayo
nos estimula a pensar y a hablar de modo particular de Ella. En
efecto, este es su mes. Así pues, el período del año litúrgico,
[Resurrección], y el corriente mes llaman e invitan nuestros
corazones a abrirse de manera singular a María. (Juan Pablo II,
Mayo 1979)
Modelo
de todas las Madres
Las Comunidades Humanas. Los Hombres y las Mujeres de muchas
naciones, de muchos países, no se olvidan de las madres. No
abandonan normalmente el pensamiento, el recuerdo, de aquella
mujer que les dio el ser. Por esto celebran el DÍA DE LA MADRE.
Lo suelen celebrar un día del Mes de Mayo, aunque también hay
otras variedades. Y es que el Mes de Mayo tiene un encanto muy
especial. En los países de Europa y en general para todos los países
que se encuentran en el hemisferio Norte, el Mes de Mayo trae la
belleza de la Primavera, de las flores, de los jardines. Y por
todo ello, nos ayuda a recordar a aquella mujer que nos dio la
existencia humana, y a la que tanto recordamos todos, los niños,
los jóvenes, los mayores, los ancianos, los viudos. La primera
palabra que todos hemos aprendido es la palabra: “Mamá”,
“Mami”. Es la palabra que decimos con más afecto, con más
sentimiento, con más alegría, con más amor.
Es verdad que, en muchas ocasiones, el Día de la Madre se
presenta más bien como un día de grandes realidades comerciales.
Si Tú, María, paseas un poco por las calles de las grandes y
pequeñas ciudades del mundo y miras hacia los escaparates de las
tiendas, verás algunas llamadas escritas a la cercanía del DIA
DE LA MADRE.
Pero lo importante es el afecto, el amor que tenemos, que
experimentamos hacia nuestra Mamá que, en muchas ocasiones, por
desgracia, ya ha muerto, ya nos ha dejado.
Las Comunidades Cristianas. En la iglesia también recordamos a
nuestras mamás, y rezamos por ellas, y ofrecemos el Santo
Sacrificio de la Eucaristía por ella, para que Dios la tenga
consigo, dándole el premio que se ha merecido. Esto es lo que
suele suceder en las comunidades normales. Por desgracia, como te
contaré, María de Nazaret, en algunas ocasiones, las familias se
convierten en centro de odio y de violencias.
No es nada raro que los medios de comunicación Social nos den las
tristes informaciones de hombres que han asesinado a su querida
mujer, a su esposa, a veces a los propios hijos, y también
suceden hechos violentos al revés: mujeres que matan a sus
esposos, a sus propios hijos e hijas. Y también son muchas, por
desgracia, la mujeres, que matan a sus hijos o hijas antes de que
nazcan, cuando todavía están en su propio seno.
Los Hombres y las Mujeres Cristianos y Cristianas que quieren
seguir el camino que nos señala tu Hijo, Jesucristo, no realizan
estas violencias llamadas “Violencias de género”. Y es que
todos nosotros tenemos el ejemplo maravilloso, impecable,
inmaculado, de una Madre que es la Madre de Dios, la Madre de Jesús
de Nazaret, la Madre de toda la Iglesia, la Madre de todos
nosotros.
TÚ ERES LA MADRE EXCEPCIONAL. ¡Qué alegría experimento todas
las mañanas, cuando abro de par en par las ventanas de mi
habitación, miro hacia el universo, contemplo los hermosos
templos cercanos, donde está tu Hijo, Jesús realmente presente
en la Sagrada Eucaristía y finalmente puedo detener mis ojos
sobre una montaña en la que se levanta un hermoso monumento,
donde estás Tú, a la que llamamos en esta ocasión. “Señora
de la Paz”. Esta imagen, cuando el mundo está sin los
resplandores del sol, se ilumina por unos focos eléctricos. Y así
puede ser contemplada durante toda la noche, por los que te
amamos, Madre.
Tú te mereces todo nuestro cariño. Y yo quisiera expresártelo
con estas buenas y sinceras palabras en el e-mail que te envío
hoy. Madre, protégenos a todos los que te amamos, protege también
a los que te han olvidado. Las madres de la tierra lo hicieron, lo
hacen y lo harán, siempre. Porque la gran mayoría las
recordamos.
No nos olvides. Te digo una vez más, María, que te amo mucho, y
quisiera también expresarte el gran amor que te tienen los
hombres y las mujeres que queremos escuchar a tu Hijo, Jesús, y
practicar lo que Él nos ha enseñado y nos enseña cada día. Un
beso, Madre.
|
|