|
La
Visitación
San
Ambrosio, Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, II, 19. 24-26.
"Por
aquellos días, levantàndose María, se dirigió presurosa a
la montaña, a una ciudad de Judá, y entró en la casa de Zacarías
y saludó a Isabel.
19.
Es normal que todos los que quieren ser creídos corroboren las
razones que les den crédito.También el ángel que anunciaba los
misterios, para inducir a creer por un hecho, ha anunciado a María,
una virgen, la maternidad de una esposa anciana y estéril,
mostrando de este modo que Dios puede hacer todo cuanto le agrada.
Desde que oyó esto María, no como incrédula del oráculo, ni
como insegura del anuncio, ni como dudosa del hecho, sino alegre
en su deseo, para cumplir un piadoso deber, presurosa por el gozo,
se dirigió hacia la montaña. Llena de Dios, ¿podia ella no
elevarse presurosa hacia las alturas? Los cálculos lentos son
extraños a la gracia del Espíritu Santo.
Bendita
tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu
vientre. ¿Y de dónde a mí que la Madre de mi Señor venga a
visitarme?
24.
El Espíritu Santo conocía su palabra y no la olvida jamás, y la
profecía se realiza no sólo en los hechos milagrosos, sino en
todo el rigor y propiedad de los términos. ¿Cuál es este
fruto del vientre, sino Aquel del que se ha dicho : He aquí que
el Señor da por herencia los hijos, recompensa del fruto del
seno? (Ps 126, 3). Es decir, la herencia del Señor son los hijos,
precio de este fruto que nació del seno de María. El es el fruto
del vientre, la flor de la raíz, de la cual profetizó Isaías al
decir : Saldrá una vara de la raíz de Jesé, y la flor brotará
de la raíz; la raíz es la raza judía; el tallo, María; la flor
de María, Cristo, que, como el fruto del buen árbol, según
nuestros progresos en la virtud, ahora florece, ahora fructifica
en nosotros, ahora renace por la resurrección del cuerpo.
¿Y
de dónde a mí que la Madre de mi Señor venga a mí?
25.
No habla como una ignorante -sabía ella que existía la gracia y
la operación del Espíritu Santo, para que la madre del profeta
fuese saludada por la madre del Señor para provecho de su hijo-,
sino que ella reconocía que es esto el resultado, no de un mérito
humano, sino de la gracia divina. Dice así : ¿De dónde a mí?,
es decir, ¿qué felicidad me llega que la Madre de mi Señor
viene a mí? Yo reconozco que no tengo nada que esto exija. ¿De dónde
a mí ?¿Por qué justicia, por qué acciones, por qué méritos?
No son diligencias acostumbradas entre mujeres que la Madre de mi
Señor venga a mí. Yo presiento el milagro, reconozco el
misterio: la Madre del Señor está fecundada del Verbo, llena de
Dios.
Porque
he aquí que, como sonó la voz de tu salutación en mis oídos,
dio saltos de alborozo el niño en mi seno. Y dichosa tú que has
creído.
26.
Observas que María no dudó, sino que creyó, y por eso ha
conseguido el fruto de la fe. Bienaventurada tú, dice, que has
creído. ¡Mas también sois bienaventurados vosotros que habéis
oído y creído!, pues toda alma que cree, concibe y engendra la
palabra de Dios y reconoce sus obras. Que en todos resida el alma
de María para glorificar al Señor ; que en todos resida el espíritu
de María para exultar en Dios. Si corporalmente no hay más que
una Madre de Cristo, por la fe Cristo es fruto de
todos."
|
|