Fiesta de la Visitación de la Santísima Virgen

San Juan Bautista de la Salle



Admiremos la presteza de la Virgen Santísima en visitar a santa Isabel, tan pronto como conoció la divina voluntad. Emprendió este viaje sin demora, no obstante lo difícil del camino, " cruzado de montañas " (1), con el único intento de poner en ejecución lo que Dios deseaba de Ella, pues en ninguna otra cosa ponía mayor empeño. 

Tal prontitud le atrajo las bendiciones de Dios en esta visita, y fue causa de que Dios obrase por su medio grandes prodigios. 

Estimémonos felices cuando Dios nos visita con sus inspiraciones. Seamos fieles en seguirlas, porque a esta fidelidad vincula Dios ordinariamente muchas gracias, que no concede sino en cuanto se lleva a la práctica lo que El manifiesta ser voluntad suya, respecto de aquellos a quienes las otorga. Dios nos comunica sus santas inspiraciones con el único fin de que seamos diligentes en ponerlas por obra, a fin de cumplir con exactitud su santa voluntad. 



Apremiaba el Señor a la Santísima Virgen para que visitase a santa Isabel, pues pretendía por la presencia de Jesucristo su Hijo, santificar a Juan Bautista, y librarle del pecado original, cuando aún se hallaba en el seno de santa Isabel, su madre. 

Como destinado san Juan a ser precursor de Jesús, era muy conveniente que fuera santificado con antelación - por gracia particular de Jesucristo, salvador de todos los hombres - ya que tenía como misión anunciar su venida. 

Por eso inspiró Dios a la Virgen Santísima, tan pronto como hubo concebido, que fuese con toda presteza a visitar a su prima, de modo que Jesucristo descubriese su venida a san Juan y, estando aún en el seno de María, obrase su primer milagro en provecho de su precursor, y éste honrase a Jesús. saltando de júbilo (2) por la presencia del Salvador. 

Roguemos a Jesús que se digne visitarnos y obrar en favor nuestro algún milagro de la gracia, excitando nuestra voluntad a hacernos particular violencia en la práctica de determinada virtud que nos inspire especial repugnancia. 



No se contentó Dios con otorgar a san Juan en esta visita una gracia extraordinaria, en virtud de la presencia de Jesús, su único Hijo. Quiso también, por la presencia de la Virgen Santísima, comunicarse de tal modo a santa Isabel, que inmediatamente fuese llena del Espíritu Santo (3), y conociese que María era la Madre de Dios. Todo lo cual le dio a entender cuán grande ventura disfrutaba, y cuánta razón tenía para sorprenderse de que la Madre de su Señor la visitara (4). 

Admirad lo provechosa que resultó la visita de la Santísima Virgen, tanto a san Juan como a santa Isabel. Y, puesto que recibís la honra de ser visitados por Dios cada día en la oración, y frecuentemente por Jesús en la sagrada comunión; procurad que tales visitas no vengan a ser inútiles, sino que unas y otras os acarreen tal copia de gracias, que, merced a ellas, adquiráis siempre algunas virtudes, y tendáis de modo más resuelto a la perfección 

Y no dejéis de examinar, de cuando en cuando, cuál es el fruto que habéis sacado de tales visitas