La Visitación de la Santísima Virgen a su prima Santa Isabel

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María es portadora del misterio del Verbo de Dios hecho hombre al calor de su corazón por obra del Espíritu Santo. La Humanidad santísima de Cristo se está formando del cuerpo y de la sangre de la Madre. El corazón del Hijo, símbolo del Amor se está gestando de la Virgen. Ella es la primera en percibir los latidos del Corazón de Cristo, en amarlo porque es Dios y porque es su Hijo. Ella es la primera en dejarse amar por el Corazón de Cristo y en ser testigo de su amor. Por eso, siente prisa en desbordar el misterio hecho caridad y servicio al encuentro de Isabel. 

Isabel, iluminada por el Espíritu Santo, grita. "Bendita tú entre las mujeres...” y el pequeño Juan salta de gozo en el vientre de su madre, percibiendo una gracia especial. 

La Virgen María desborda caridad, humildad, servicio... Cristo vendrá para amar y servir a todos. Su madre en comunión con el Hijo, inicia su servicio como Corredentora.

María proclama el misterio cantando las grandezas del amor del Señor, su gloria y su misericordia, las maravillas que ha realizado, el abandono confiado en sus planes, el cumplimiento de sus promesas, la exaltación de los humildes, la paz universal... es el Magnificat. Dios ha mirado la pequeñez de su esclava. Por eso, se alegra su espíritu y le felicitarán -le felicitamos- todas las generaciones.

Madre de Dios y Madre nuestra, Señora del Rosario. Enséñanos a ser fieles al misterio de la Gracia que tu hijo nos trae por tu mediación. Enséñanos a vivir tu estilo de vida, que es el Magnificat saliendo al encuentro de los demás en actitud de caridad, humildad y servicio. Enséñanos cómo abrirnos al amor de tu Hijo, como amarlo con todas sus consecuencia y cómo ser testigos valientes de su amor.
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Fuente: cofradiarosario.net