Nacimiento de la Virgen María 

Adolfo Carreto

 

 

Un día nació la Virgen, la madre de Jesús, y no sabemos cómo ni cuando. Así que no cabe otra que echarle imaginación al momento. Aunque, presumo, no se necesita mucho derroche de imaginación. A falta de datos sobre el momento, tenemos los datos del contexto, de la vida que llevó una vez que la historia nos constata que había sido anunciada su preñez.
Hay que admitir que los datos sobre la vida de maría son escasos. Los pocos que tenemos están en relación con algunos de los momentos claves del hijo, pues el hijo fue el protagonista en aquellos momentos, y luego la posteridad intentó colocar en el sitial que le correspondía a la Madre del Hijo. Parecía que la historia había dejado en blanco unas hojas que deberían haber estado perfectamente escritas. Pero como la historia no se ocupó de ella, tuvo que ser, luego, la veneración popular la que se encargara de mostrar algunos rasgos imaginarios. Muchos pintores se han dedicado a ello, pero sus pinceles se ha ido más por el lado del respeto a una mujer a la que la posteridad la trataría como reina, que a una simple mujer de pueblo. No querían los pinceles quedarse con lo rutinario, con la cotidianidad del momento, y se esforzaron por ubicar a María, y al momento de su nacimiento, en un lugar más que apropiado, en una especie de palacio, rodeada de todo el séquito femenino que le correspondía como Madre de Dios, y con todos los cuidados oportunos para que el parto de Ana fuera como debía ser. Así lo intentaron Ghirlandaio, y A. Del Sarto.
Pero no parece este el caso. Se me antoja que María nació en lugar común, en casa de pueblo, con las atenciones rutinarias, y rodeada de la alegría de padres, familiares y vecinos propias del caso. Nadie podía sospechar en aquel momento el destino de aquella muchachita, y no hubo portento especial que indujera a pensar en algo más que en un nacimiento de tantos. Y, a partir de aquí, las especulaciones florecen, la imaginación se esmera en posibilidades y la pintura y la literatura tienen derecho a crear y recrear un nacimiento que, a la postre, no resultó un nacimiento cualquiera.
Qué fue de esta criatura cuando niña, pues no muy distinto a lo que fue lo de otras niñas a su misma altura. No hay más que voltear la mirada hacia cada una de las edades de la niñez para suponer que esa fue la niñez de María; con la normalidad del tiempo, con la normalidad de la familia, con los sustos en el avanzar de los años, con las preocupaciones y, claro que sí, también con las expectativas para su futuro.
Pues a falta de datos, la Iglesia ha querido señalar un día para que este día señalado no pasara por alto. Porque, una vez que María entró en el camino de la vida, este camino tuvo mucho trecho para cumplir. Y a partir del momento de la Anunciación, el camino no es que comenzara a esclarecerse para el resto, pero sí para ella.
Hoy, ocho de septiembre, puede que naciera o no la Virgen. Tampoco importa el día. Lo que importa es el nacimiento y las consecuencias subsiguientes de este nacimiento. Se le han dedicado iglesias y basílicas a este momento desconocido. Y es que, los creyentes, no quieren, aunque carezcan de datos para ello, perderse este momento.

Fuente: avmradio.org