María recuerda la crucifixión de Jesús

Padre Francisco Escobar Mireles

 

María recuerda la crucifixión de Jesús. ¡Cómo se estremece al golpe de los clavos que desgarran manos y pies de su Hijo! Fue su última tortura, símbolo del pecado. Golpes de manos, pies, contorsiones, sangre, que repercuten en el corazón de la madre. Sin libertad, atado, y clavado por los cómplices de la injusticia. Pero su Hijo Jesús es más fuerte en su debilidad que quienes le condenaron y ejecutaron. Con sus heridas nos sana nuestra incredulidad, como a Tomás, que dijo: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar de los clavos y meto mi mano en su costado, no creeré”.

También nosotros torturamos a los demás con odios, desprecios y rechazos. A veces también torturamos nuestra conciencia y nuestro cuerpo aceptando malos proyectos. Se han deteriorado las condiciones vida de los trabajadores y el respeto a sus derechos. No se cumplen los acuerdos en favor de los sectores más débiles. La falta de oportunidades de trabajo hace que aumente el ambulantaje y la emigración. Hay familias con hambre y desnutrición crónica. Hay quienes lucran a costa de los demás, sin mirar que la marginación es un atentado contra la paz familiar y social.