Breve recorrido por la Festividad de Nuestra Señora de los Dolores

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Se puede decir que, desde el principio del cristianismo, al recordar la pasión del Redentor, los hijos de la Iglesia no podían menos de asociar al dolor del Hijo de Dios los sufrimientos de su bendita madre. 

Los Padres de la Iglesia demuestran, efectivamente, que no pasó inadvertido el dolor de María. San Efrén (en su Lamentación de María), San Agustín, San Bernardo, San Antonio y otros cantan piadosamente los padecimientos de la Madre de Dios. Y, ya en el siglo V, vemos cómo el papa Sixto III (432-440), al restaurar la basílica Liberiana, la consagra a los mártires y a su Reina, según lo indica un mosaico de dicha iglesia. 

La devoción a los Dolores de María fue extendida especialmente por San Felipe Benicio superior general de la Orden Servita en el siglo XIII, que fue uno de los más destacados propagadores popularizando por todas partes el «hábito de la Dolorosa» y su escapulario. 

En el siglo XVII se dio principio a la celebración litúrgica de dos fiestas dedicadas a los Siete Dolores, una el viernes después del Domingo de Pasión, llamado Viernes de Dolores, y otra el tercer domingo de septiembre. La primera fue extendida a toda la iglesia, en 1724, por el papa Benedicto XIII; y la segunda en 1814, por Pío VII, en memoria de la cautividad sufrida por él en tiempos de Napoleón. Esta segunda fiesta se fijó definitivamente para el 15 de septiembre y actualmente es la única que se celebra litúrgicamente. 

En la Sagrada Escritura es frecuente el uso del número siete para significar la indeterminación y, con más frecuencia tal vez, la universalidad. Según esto, conmemorar los Siete Dolores de la Virgen equivale a un recorrido por las principales etapas de su vida terrena: 

1) profecía de Simeón; 
2) huida a Egipto; 
3) pérdida de Jesús en Jerusalén, a los 12 años;
4) encuentro de María con su Hijo en la calle de la amargura;
5) agonía y muerte de Jesús en la cruz;
6) descendimiento de la cruz;
7) sepultura del cuerpo del Señor y soledad de la Virgen.

¿No es cierto que son como hitos que señalan la trayectoria ascendente de los insondables sufrimientos de la Madre de Dios?

Fuente: .obracultural.org