Palmera virginal

 

P. Antonio Márquez Fernández, S.D.B.

 

 

Palmera virginal de esbelto y recto fuste,
surtidor de cristal de carne inmaculada,
obelisco con hambre de altores azulencos,
torre de marfil clara que al blando viento te alzas.

Prodigio de Dios eres insólito, María,
cabe el fulgente río junco sin carne grávida,
con proa al infinito tenso mástil de nave,
tronco sin ramas crasas que hasta la tierra bajan.

El cielo, de Dios casa, Te proclama por suya,
que de Dios fuiste casa, oh Bella entre las bellas,
y así al cielo te empinas en las palmas de ángeles.

¿A quién pedirá el lirio su gracia y su belleza?
¿A quién la gaya flor su aroma y colorido?
¿Y a quién -Tú, Asunta- el monte su impoluta pureza?