Eres la sublimada

 

Aureliano García Tello

 

 

I

Pintoresco villorrio en la ladera 
es Nazaret humilde. 
Allí nace María con blancura de lirio. 
Con aura de pudor es limpia, sin mancilla. 
Es fiesta su interior 
y huerto engalanado su hermosura. 
Grácil flor elegida, la voz de Dios discierne. 
Excelsa es la Señora 
del Espíritu imán, virgíneo tallo; 
su fiat la define cabalmente, 
sella su asentimiento. 
Germen divino cae en su parcela. 
Destella su belleza, 
transparencia divina del seno consagrado. 
Dios le teje guirnalda a su pureza 
y florece en su carne el Verbo de la Vida.

II

¡Oh Alba esplendorosa! 
¡Oh templo sustantivo de la Trinidad Santa, 
vial de la Deidad que en Ti se ha humanizado!,
eres Madre del Hijo del Altísimo 
de la Humanidad. Le diste a Dios tu carne. 
Navegas por un mar de confianza.
Murmullo de poema fue tu vida.
Un céfiro divino te sublima 
a celestes estancias. 
Bordada de luceros tu corona, 
veneración rendimos tus hijos de la Iglesia. 
Atenta a los humanos, María a Dios remites.

III

Diseño de la Iglesia, Esposa del Espíritu,
los milenios evocan tu figura
en grutas, santuarios...
Te muestran gratitud por tus favores
y encomian tu grandeza los romeros:
loor de multitudes. Eres la sublimada.
Luz para itinerantes,
atiendes las plegarias de tus hijos 
que te proclaman bienaventurada.
¡Oh singularizada!, 
a tu intercesión nos acogemos.
Tu mirar pacifica
y tu brisa despeja los dolores.
Las vírgenes salmodian tu pureza.
Con Gabriel te saluda
prendado de tu ser inmaculado
y te implora tu pueblo
en himnodia mariana.
Cielo y tierra re aclaman Soberana.
Más brillante que el oro
eres lirio de luz,
la alborada más bella.
Enflora nuestras almas
y acrecienta los frutos.
Con tu Hijo salas ¡Madre!.