Nuestra Señora de las Angustias

 

Emma-Margarita R. A.-Valdés

 

 

Eres dolor sin límite, escalofrío exánime,
palpitan los gemidos por tus venas
silenciosas, ocultas,
el asombro se cuelga de tus párpados
consumidos por lágrimas heridas.

Sientes que es tu regazo un templo de ceniza
y la filo del delirio
esperas rojas ascuas con promesas de fuego,
llama eterna, mirífico fulgor.
Antes fue un nido blanco de paloma
trenzado con espinas 
y pétalos de intactas azucenas.

Recuerdas, cuando niño,
reposaba en tu seno, acurrucado,
dormido con tu voz,
arropado en tus brazos maternales.
Un alud de dolor ahoga el nuevo arrullo
y tus brazos son mirlos que aletean
sobre el yacente espacio derramando ternura
en tus caricias trémulas.