Treinta monedas

 

Emma-Margarita R.A. -Valdés

 

 

Treinta monedas, treinta,
por el fruto maduro en el desierto.
Treinta años fue la savia sometida
para la flor del fruto.

Germinan los crepúsculos soliloquios de encina
y se impone la voz del orden cósmico.
Universal sentencia
dictada por la ley de la armonía.
Las ramas filtran luz del pensamiento
desvelando espejismos.

Por sólo treinta siclos el buey bravo derriba,
cornea al siervo manso.
Luna menguante argenta las monedas
con sus cuernos nocturnos.

Comienza la ordalía por la magia del gesto.
Treinta monedas caen sobre las piedras.
Treinta gritos de plata
exorcizan raíces en el templo del mundo.
En el árbol maldito
estalla la violencia del destierro.

La muerte resucita con las treinta monedas.
Hacéldama que habitan los cuerpos vagabundos
por las treinta monedas de los príncipes.
¡Sólo treinta monedas, sólo treinta!