A mi Madre Rociera

 

Eulogio Díaz del Corral

 

 

Con un ramito en el pelo, 
caminito del Rocío, 
parece una flor del cielo 
que en la tierra ha florecido. 
Ella, que ha dado la vida 
y el amor ha repartido, 
se arrodilla ante la Virgen 
y le implora por sus hijos. 

Para que escuche sus ruegos 
deja la llama de un cirio 
ante la Virgen María 
y ante su Hijo Divino. 

Mientras reza, en el silencio 
la Virgen le ha sonreído. 
En resplandor misterioso 
se le acercan con sigilo, 
poniendo un beso en su frente, 
la Madre y también el Niño. 
Acarician con sus manos 
a su cuerpo dolorido 
y la salud le devuelven 
con su poder infinito.

Con un ramito en el pelo 
y los setenta cumplidos, 
qué hermosa que está mi madre 
entre romero y tomillo: 
parece "aquella" que ahora 
es la Virgen del Rocío.