Salve a la Santísima Virgen del Rosario

 

José María González de Quevedo

 

En todas las esquinas de la vida, 
Tú lo sabes , Señora, 
nos espera el dolor, 
Los hijos muertos, 
la angustia del salario que no llega, 
el puñetazo cruel de la injusticia, 
la violencia y la guerra, 
el horrible vacío de tantas soledades, 
los infinitos ríos del llanto de los hombres. 
¿Y a quién acudir 
sino a tu lado, 
Virgen experta en penas, 
sabia en dolores, 
maestra en el sufrir, 
conocedora de todas las espadas? 
Por el cansancio del camino a Belén 
te pedimos por todos los cansados. 
Por el frío de la cueva y la noche de Navidad, 
acuérdate de los que tienen hambre. 
Por el dolor del Hijo que perdiste en el 
templo, 
ayuda a tantos padres que pierden a sus hijos 
por los más turbios caminos, 
Por los años de oscura pobreza en Nazaret, 
da un más ancho salario de amor a tantos 
hombres 
que ven como decrecen sus salarios. 
Por el largo silencio de tus años de viuda, 
acompaña a tantos y tantos solitarios. 
Por la angustia de ver perseguido a Jesús, 
no abandones a tantos que la injusticia aplasta. 
Por las horas terribles del Calvario y la sangre, 
siéntate cada tarde al borde de la cama 
de todos los que viven muertos sin salud y sin 
fuerzas. 
Tú, que sabes de espadas, Virgen Madre 
de los dolores, 
pon en tu corazón a cuantos tienen el alma 
destrozada.