Virgen de Piedad 

 

José María Pemán

 

 

Estaba la Dolorosa 
junto al leño de la Cruz. 
¡Qué alta palabra de luz! 
¡Qué manera tan graciosa 
de enseñarnos la preciosa 
lección del callar doliente! 


Tronaba el cielo rugiente. 
La tierra se estremecía. 
Bramaba el agua... María 
estaba, sencillamente.